Missatges subliminals.


by José Luis Agreda
Si, como explica bien Raúl Eguizábal en Industrias de la conciencia (una ‘Historia social de la publicidad en España’ muy recomendable), la industria publicitaria no nos vende objetos, sino significados, aquí van unos cuantos que estos días circulan, y que dan la medida de en qué nos estamos convirtiendo.

Una caja de ahorros (ex caja, más bien) ofrece planes de pensiones con la iconografía habitual: ancianos de muy buen ver que juegan al golf, manejan el timón de un yate o toman el sol. Hasta ahí, todo normal. Luego leemos los eslóganes, uno por cartel: “Jubílate como los alemanes”, “Jubílate como los holandeses”, “Jubílate como los finlandeses”. El subtítulo es nítido, sin disimulo: “No vayas a jubilarte como un español, con una pensión de mierda.”

Otro ejemplo: una aseguradora vende un seguro sanitario, producto que poca publicidad necesita con la que está cayendo en la sanidad pública. Tras enumerar las ventajas, añade al final: “y sin copagos”. También aquí se entiende todo: “En la sanidad pública, además de estar de pena, acabarás pagando dos veces cuando llegue ese copago del que tanto se habla.”

Uno más: un fabricante de coches (alemán, para más señas, por si quieren culpar a Merkel) anuncia una furgoneta: “el trabajador perfecto”, pues según el anuncio nunca pide una baja ni un ascenso, siempre está a disposición de la empresa, 24 horas al día, 7 días a la semana, y remata: el trabajador “con el que todo empresario sueña”. Podían estirar más la broma: obedece sin rechistar, trabaja sólo por la manutención, no hace huelga … Tal vez el spot se dirige también a los trabajadores, para que se nos vaya haciendo el cuerpo a las fantasías patronales.

Pensaba hablar también de ese banco que en sus anuncios para clientes jóvenes presenta a unos famosos vampiros, pero no sé cómo interpretarlo. ¿Es una muestra del humor que gastan nuestros financieros? Teniendo en cuenta que es el mismo banco punki que hace meses, cuando peor reputación tenía el sector, nos invitaba a convertirnos en ‘bankeros’, ya me creo cualquier cosa. Hasta que se rían de nosotros.

Isaac Rosa, La crisis en cuatro anuncios, Público, 28/11/2011

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