Coratge, la virtut bàsica.
No creo que los seres humanos seamos capaces de nada mejor; tampoco lo creía Winston Churchill. Éste escribió en una ocasión (a Fernando Savater le gusta recordarlo) que el coraje es la base, el fundamento, la condición de posibilidad de todas las demás virtudes; cierto: pocas virtudes más altas que la bondad, pero la persona más bondadosa del mundo puede convertirse en un canalla si, dadas determinadas circunstancias adversas —un golpe de Estado, sin ir más lejos—, carece del coraje suficiente para ejercer su propia bondad. Recuerdo unas palabras de Svetlana Aleksiévich que bastarían para demostrar por qué esa mujer es uno de los grandes escritores de nuestro tiempo, o por qué posee un conocimiento de los seres humanos que solo se halla al alcance de un escritor realmente grande. (Quien no haya leído El fin del ‘Homo sovieticus’ que abandone de inmediato este artículo y salga corriendo a comprarlo: hasta donde alcanzo, se trata de uno de los mejores libros del siglo XXI). En una entrevista publicada en 2019 por el diario El Mundo, Antonio Lucas le preguntó a Aleksiévich qué cosas temía; como cualquier persona decente, la escritora bielorrusa vino a decir que nada temía más que a sí misma. “No quisiera saber cuáles son mis instintos en situaciones extremas”, declaró. “He hablado con mujeres y hombres que vivieron la batalla de Stalingrado y el cerco de la ciudad. Gente buena que en un momento así hizo barbaridades. Esa experiencia no me gustaría tenerla. Quizá por eso mis libros no son una recopilación de testimonios del terror ajeno, sino que el interés máximo que tengo al escribir es mostrar cómo se puede mantener la calidez humana incluso en situaciones infames”. Resulta imposible mantener esa calidez humana sin coraje; dicho de otro modo: el coraje constituye el único instrumento capaz de proporcionar calidez humana en circunstancias extremas. Y, como se trata de la virtud máxima, esencial, es un misterio; hasta que llega la hora de la verdad, nadie sabe quién lo posee y quién no: quien parecía más valiente puede revelarse como un cobarde, y quien parecía más cobarde puede revelarse como un valiente. Y por eso, cuando vienen mal dadas, las personas en principio buenas son capaces de hacer cosas muy malas y las personas en principio malas son capaces de hacer cosas muy buenas. Nadie sabe cómo va a reaccionar en la hora de la verdad, así que lo mejor es evitar que llegue, para que no tengamos que averiguarlo.
Javier Cercas, La virtud esencial, El País Semanal 31/08/2025

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