L'esfera pública del liberalisme.
El liberalismo entiende la ‘esfera pública’ como «isegoría», la posibilidad de la comunicación política justamente distribuida. Se define como un espacio de discusión y deliberación colectiva sobre cuestiones de interés general, siendo la búsqueda del consenso el objetivo fundamental de las perspectivas democrático/deliberativas. De ahí la preocupación por la calidad de la conversación pública, por un sistema de comunicación racional y un lenguaje público, transparente y compartido. A través del intercambio de razones con los otros, guiados por la fuerza no forzada del mejor argumento, tratamos de encontrar el mejor argumento público. Desde una comprensión idealista de la comunicación humana, se señala el carácter virtuoso de los procedimientos deliberativos. Es posible alcanzar un lenguaje de significados compartidos y libre de elementos coercitivos. Por eso la univocidad es la precondición de la comunicación pública. A través de ella los sujetos forjan el consenso sobre las estructuras del mundo y buscan una sociedad justa e ideal.
Esta concepción de la esfera pública y del lenguaje contiene implícita una antropología y una metodología: el individualismo metodológico. Considera al individuo el actor político fundamental, el punto de partida de lo político, un sujeto dotado de racionalidad que le permite alcanzar acuerdos. La mirada liberal no atiende a los procesos de subjetivación, esto es, de construcción de los sujetos, pues los sujetos son ya individuos con racionalidad. Por ello es posible un diálogo intersubjetivo entre ciudadanos libres, a través de una argumentación racional, entre individuos con una igual competencia político-moral. Esta concepción de la esfera pública pivota sobre la legitimación procedimental que otorga una forma colectiva a la toma de decisiones. Y las instituciones público/discursivas son las garantes de una isegoría reducida a procedimiento como fundamento de las democracias representativas.
Pensar la esfera pública como un procedimiento abstracto, ideal y formal en el que cualquier conflicto social queda subsumido dentro de un equilibrio estable; como el lugar de encuentro de los individuos y sus intereses privados; y como espacio en el que no existen relaciones de fuerza ni de dominación como modo de organizar la sociedad, es una visión limitada y sesgada. Una concepción plebeya de la esfera pública ha de someter a sospecha el énfasis liberal en la deliberación pública, criticar la legitimidad de las mediaciones que se proponen y quebrar el objetivo velado que aquí se esconde: lograr la impunidad ilocucionaria y la salvaguarda de la autoridad y las credenciales epistémicas de los privilegiados lugares de enunciación que se ocupan.
Antonio Gómez Villar, El lamento hipócrita del "ofendido" liberal, catalunyaplural.cat 11/04/2023
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