Màgia, percepció i memòria.






Los más preparados son quienes más errores de predicción tienen. Y esa gente es con la que los magos disfrutan más: las personas muy educadas anticipan e infieren más, qué es lo que se supone que debe ocurrir, por lo que es más colosal el conflicto de expectativas cuando aparece el desenlace de un efecto de magia que es imposible.

El funcionamiento del cerebro es clave porque lo que el ilusionismo persigue es hacer efectos imposibles. Un grueso importante de la magia requiere manipulación psicológica, y se tiene que buscar la vida para conseguir al final un efecto en el que no cuadra con aquello que tú te ibas a esperar como espectador. Esto requiere muchos deberes, lo que llamamos la vida interna del truco. Una parte fundamental a veces consiste en desviar la atención, en hacer cosas relacionadas con la cognición. Pero también la magia es un arte escénico que utiliza tecnología, de la física o la óptica, por ejemplo. Aunque no muy a menudo, también nuevos materiales o electrónica.Un efecto que entendemos como “imposible” pone en evidencia las limitaciones estructurales del cerebro, pero los sesgos no son errores. El cerebro es incapaz de procesar en bruto toda la información que recibe del mundo exterior, gigas por segundo, por lo que recurre a atajos para funcionar en el día a día. Son estrategias, circuitos que hemos aprendido para sobrevivir. A veces nos traicionan, pero en general son para buenas finalidades, podríamos decir. También ocurre en otros animales.

Nuestra concepción de la realidad es continúa, no fraccionada, cuando en verdad captamos fragmentos que después fusionamos y rellenamos. Gracias a esto podemos ir al cine, donde proyectan una sucesión de fotogramas. También vemos de forma relativa, no absoluta, y solo procesamos las diferencias. El cerebro genera predicciones constantemente, se busca la vida, diríamos, desea anticipar lo que pasará y este mecanismo es el que la magia interfiere. El ilusionismo lo aprovecha para hackearlo, algo que ha aprendido de forma empírica a lo largo de los siglos a base de prueba y error. El de la magia es un mundo muy pragmático, todavía funcionan trucos antiquísimos de hace miles de años, de los tiempos de Séneca, entonces ya había por la calle trileros, con cuencos y nueces o dados chinos. La clave es que los trucos siguen funcionando porque la manera de funcionar del cerebro que los percibe no ha cambiado.


El más frecuente y más conocido es el control de la atención, incluso han acuñado en inglés un término paraguas, misdirection, que agrupa las diferentes estrategias para redirigir la atención del público. Si atiendes algo, no puedes ver lo otro. Al provocar un conflicto se consigue que aunque estén mirando algo no lo veas, ya que no puedes procesar varias cosas simultáneamente. Se da un atraso, como al conducir y mirar el móvil.


El campo de la memoria es apasionante, hay muchos tipos de recuerdos. Se recrea cada vez que se evoca. O sea, se reconstruye de alguna manera y, además, no todos lo hacemos igual ante recuerdos que hemos compartido, un mismo suceso, porque no todos nos fijamos en lo mismo. Es normal porque no todos procesamos de la misma forma la realidad. En magia, se dan oportunidades para manipular recuerdos, llegando a engañar, haciendo pensar que han ocurrido cosas que realmente no han sucedido, incluso en muy corto tiempo.


El error es creer que la memoria individual de cada uno es una cinta magnetofónica, una grabadora precisa de un suceso. No lo es. Incluso los recuerdos que se han producido en situaciones emocionalmente muy fuertes. El evento quizá se te queda tatuado de una manera que no te olvidas, pero los detalles son tan poco fidedignos como los de un recuerdo normal.


Se debe ir con mucha cautela, no existe una fiabilidad integral. Lo no intuitivo cuesta mucho de procesar y aceptarlo: como que un recuerdo, pese a que sea muy vívido en nuestra cabeza, puede estar recreado.


Jon Gurutz Arranz, entrevista a Jordi Camí: "Los más preparados cometen más errores en sus predicciones", El País 05/04/2023


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