La tecnologia no esborra la màgia.
Creso fue a ver al oráculo antes de entrar en guerra con los persas. Este
le dijo: "Un gran reino será destruido si lo haces". Creso pensó que
ese reino sería el de los persas y fue a la guerra. "Pero el imperio
destruido fue el suyo y el oráculo se curó en salud gracias a la misma
ambigüedad que usan hoy en día los horóscopos", explica el profesor de
Filosofía de la Universidad de Navarra Jaime Nubiloa para apuntar que
creemos, en parte, porque siempre lo hemos hecho. "El ser humano siempre
ha querido saber lo que va a pasar para tomar decisiones; porque no sabemos
tomarlas, por miedo, por frivolidad, por ignorancia, por infantilismo, por
falta de asertividad y porque el futuro es esencialmente impredecible".
Sin embargo, Creso no vivía en una sociedad altamente tecnológica, racional
y científica en la que existen más herramientas para comprender el mundo y
tomar decisiones. Para contextualizar sus resultados, Metroscopia recurre al
filósofo y sociólogo alemán de principios del siglo XX Max Weber, quien
señaló que el proceso de racionalización característico de las sociedades
desarrolladas supondría un proceso paralelo de "desencantamiento" del
mundo. La ciencia se entronaría como "supremo e indisputable argumento
final de autoridad". Sin embargo, habría "un efecto colateral no
desdeñable": la sensación, para muchos individuos, de vivir en una
"jaula de hierro", un lugar árido y falto de respuestas para
"las dimensiones no estrictamente racionales de la vida". "El
resultado es que, incluso en sociedades muy avanzadas, caracterizadas por un
indisputado predominio de los criterios racionales y científicos, sigue
existiendo la necesidad de explicaciones no racionales (o arracionales) del
mundo", concluye la encuesta.
La tecnología no borra la magia. "Claro que no, nuestra sociedad es
muy técnica, pero nosotros no sabemos por qué funcionan los sofisticados
instrumentos que manejamos, lo hacemos como lo harían los salvajes y eso no
proporciona verdadero conocimiento", reflexiona Savater.
"Seguimos sin saber, por eso creemos; en el amuleto y en el iPhone por
igual, no tenemos ni idea de cómo funcionan ninguno de los dos". De hecho,
el pensamiento mágico fagocita en su beneficio la tecnologización y el
desarrollo científico: "Ahora la superstición se disfraza, los homeópatas
fingen ser científicos, las pulseras del holograma no se presentan como
escapularios milagrosos, sino como tecnología", dice Savater.
Patricia González, La cultura no nos cura de la
superstición, El País, 03/05/2011
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/cultura/nos/cura/supersticion/elpepisoc/20110503elpepisoc_1/Tes
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