Infidels a Aristòtil.
"TODOS los humanos, en razón de su propia naturaleza, desean el saber.” (Aristòteles)
Tras el hecho, nunca suficientemente enfatizado, de que Aristóteles atribuye la exigencia del pensar a la totalidad de los humanos, cabe enfatizar la afirmación de que disciplinas como la matemática, sólo son posibles cuando están solventadas, no ya las cuestiones relativas a la necesidad, sino también las relativas a la distracción, el ornato y hasta la belleza. Importantísima es asimismo la declaración de que sólo en condiciones de libertad pueden los humanos acceder a esta última etapa. En fin, es muy significativo el hecho mismo de que el primer ejemplo de ciencia que responde a la exigencia de absoluto desinterés por aspectos ajenos a su propia práctica sea la matemática. De esta independencia del pensamiento matemático, no ya en relación a los intereses de la vida cotidiana, sino incluso a las exigencias de otras disciplinas, cabe dar un ejemplo indiscutible, a saber, la teoría de las secciones cónicas: los matemáticos griegos estudian la elipse, la parábola y la hipérbola, cuatrocientos años antes de Cristo, pero su primera aplicación no se encuentra hasta la cosmología de Kepler, con su conjetura de las órbitas elípticas que, en torno al sol, realizarían los planetas.
Hemos de relacionar estos rasgos, en los que se muestra un aspecto desprendido y liberador del hecho mismo de pensar, con lo que antes decía sobre la mutilación que para los seres humanos supone vivir en una sociedad que da la espalda a la filosofía, o que incluso se sustenta en su repudio:
Para la inmensa mayoría de los humanos la lucha por la subsistencia ocupa la integridad de sus jornadas. Y aun ateniéndose a los privilegiados ámbitos en los que esta esclavitud inmediata queda atrás, perdura la imposibilidad de vivir en condiciones no ya de ornato y confort, sino incluso de salubridad, es decir, imposibilidad de vivir simplemente con decencia. En lo referente al ornato, la preocupación por alcanzarlo llega a confundirse con la radical confrontación que supone la aspiración artística, de lo cual es indicio el uso que se hace en nuestra lengua del término diseño. En fin, somos tan poco fieles a la concepción aristotélica del saber como algo en lo que el hombre encuentra su realización (y que en consecuencia ha de valer por si mismo), que la matemática es socialmente concebida como mero instrumento para disciplinas con finalidades prácticas, e incluso instrumentalizada al servicio de la selección social.
Víctor Gómez Pin, Todos los humanos, El Boomeran(g), 06/10/2010
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