Masacràcia.

La gente desea estar con la gente y tanto los conciertos más las fiestas rave, los llenos en los estadios y las colas de los museos corroboran que la presencia de otros aumenta la atracción del espectáculo conjunto. Estando juntos pero no conjuntados.

Nos agrada la proximidad hasta "cierto punto", el punto en que no habrá compromiso posterior al roce. La clase de individualidad que elige estar allí reunida no siente la pasión revolucionaria de hacer una sola piña. El miedo indefinido pero omnipresente ha promovido la necesidad de un blindaje externo, pero también un blindaje interior, automático y regulable frente a cualquier interiorización, política o amorosa. El individuo llega a ser ese "dividualismo". Un individuo (etimológicamente: "indivisible") se expone dividido por el temor, sumergido en la plaga del miedo general y asentado en ese medio tembloroso que dificulta acercarse demasiado al otro.

Internet es el paradigma de este modelo: conexión sin implicación, vínculos sin durabilidad, conocimientos sin memoria. El acercamiento al dolor del otro alivia con su réplica nuestro dolor. El conocimiento del dolor del otro y de tantos más infunde al dolor la condición de un factor común. Más "común" y menos singularizado. Más soportable por soportarlo muchos. La democracia llevada a su extremo, al extremo de una larga duración llega a una superdemocratización que, sin embargo, no se expresa en mayor libertad o mayor igualdad.

Deviene, una y otra vez, en los países que han llegado a este punto en un modelo histórico (de sondeos, de marketings, de audiencia de electoralismo político, de desafección ideológica) que podría llamarse "masacracia" (Colomer). La masa no en rebeldía sino en comandita, la masa no para transformar la sociedad de masas, sino para llegar a tratarse con ella en una dialéctica digital, el sí y el no elemental, un programa de partido o un programa de televisión en lugar ("el lugar") de otro. Todo ello con la conciencia cínica de que el error no se hallará nunca en el resultado final de la votación, sino desde el principio al final, en el curso del proceso narrativo.

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