L'Església contra Galileu (I).
Esta imagen que el ilustrador belga Jean-Leon Huens realizó para la National Geographic Society apareció en la serie Cosmos de Carl Sagan y, en el libro basado en la misma, aperece la leyenda que incluimos:
Este
corto párrafo, con su uso preciso de los adjetivos, y la propia
ilustración, con ese gesto del cardenal, vienen a resumir la visión
generalizada que hoy puede tener una mayoría respecto a las relaciones
entre Galileo y la Iglesia Católica (IC) o, visto desde otro punto de
vista, del inmovilismo de la IC con respecto a las novedades
científicas, entonces y ahora. Pero, ¿realmente esto fue así? ¿No
estaremos ante una combinación de falacia del historiador
y presentismo? En esta anotación y las próximas exploraremos las
circunstancias en las que se produjeron los descubrimientos de Galileo
con el telescopio, la posición de la IC y cómo se desarrollaron los
hechos en el contexto de la época. Dicha exploración, muy sencilla,
pondrá de relieve hechos sorprendentes para algunos y, lo que puede
resultar más interesante, nos permitirá reflexionar sobre cómo el
conocimiento institucionalizado responde ante descubrimientos
experimentales revolucionarios, aún aceptando la verosimilitud de dichos
resultados experimentales.
Empecemos
por el principio, estableciendo los antecedentes. En anotaciones
posteriores veremos los descubrimientos objeto de polémica y,
finalmente, cómo se desarrolló ésta.
El
telescopio se inventó poco antes del año 1600 y Galileo empezó a usarlo
para observaciones astronómicas en 1609. Galileo fue uno de los primeros
en usarlo para este fin y, al hacerlo, descubrió muchos datos
interesantes que influyeron notablemente en el debate entre los
proponentes de la teoría geocéntrica (o ptolemaica) y la heliocéntrica
(o copernicana). Publicó su primer conjunto de datos en 1610, y
descubrimientos adicionales los años siguientes.
Serían estos
datos lo que llevarían a Galileo a verse envuelto en una disputa muy
conocida con la IC, que hoy discutimos. Dicho esto veamos someramente la
situación religiosa en la época de Galileo.
No
sorprenderá a nadie si digo que la IC prefería [la elección de este
verbo no es casual] la teoría ptolemaica. Una de las razones para ello
(pero no la única) tiene que ver con varios pasajes de las escrituras
cristianas que sugerirían que la Tierra está estacionaria y que el Sol
se mueve alrededor de ella. Por lo tanto, la disputa entre Galileo y la
IC conlleva exégesis (interpretación) de los textos bíblicos.
Lo que si
puede que sorprenda a más de uno es la afirmación de que la IC tenía en
esa época una dilatada historia de tolerancia (tolerancia no significa
aceptación) con los nuevos descubrimientos científicos. Aquí, quizás
debamos hacer un llamamiento a no confundir las actuaciones de la
Inquisición en la España justo anteriores y en esta época, la de los
Reyes Católicos y Carlos I, con las posiciones doctrinales de la IC en
Roma. Así, por ejemplo, la IC no se oponía al sistema copernicano per se,
siempre y cuando fuese visto, y enseñado, desde un punto de vista
exclusivamente instrumentalista, lo que no contradecía a las escrituras.
Lo que las observaciones de Galileo harían sería apuntar hacia el
realismo de ese sistema. Pero lo que hemos de hacer notar es que la IC
no se oponía a los nuevas ideas científicas y estaba dispuesta a
reinterpretar la escritura cuando era necesario en función de los nuevos
descubrimientos.
Como lo
anterior puede resultar llamativo es posiblemente conveniente también
recordar que, la IC, a diferencia de los protestantes que sólo tienen
las escrituras, tiene tres fuentes de doctrina: aparte de las
escrituras, están la tradición y los padres/doctores. La existencia de
las fuentes de doctrina adicionales le confiere a la IC cierta cintura
interpretativa, extremadamente lenta, pero cintura al fin y al cabo. Es
fácil comprobar cómo la IC ha ido cambiando posiciones respecto a muchos
aspectos de la interpretación del universo a la vista de los nuevos
conocimientos científicos a lo largo de los siglos. No es de extrañar
pues que los creacionistas literalistas, por ejemplo, sean protestantes
en su inmensa mayoría.
A pesar de
todo lo anterior, el comienzo del siglo XVII fue una época muy sensible
para la IC. La Reforma Protestante había comenzado el siglo anterior,
cuando la víspera de la festividad de Todos los Santos, el 31 de octubre
de 1517, Martin Luther, siguiendo la costumbre universitaria, clavaba
en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg las 95 tesis de la
Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum. Desde
entonces toda la maquinaria de la IC estaba dedicada a evitar la
propagación de lo que consideraba posturas heréticas. Por lo tanto, los
descubrimientos de Galileo llegaron en un momento en el que la IC era
menos tolerante de lo que podría haber sido en otras circunstancias.
Finalmente
hay que decir que Galileo no buscaba el enfrentamiento. Galileo era un
devoto católico y no pretendía en ninguna manera erosionar la doctrina
de la IC. Por esto mismo no se tomó a la ligera la idea de que algunas
de sus propuestas pudiesen ser heréticas. Galileo, como tendremos
ocasión de comprobar, tenía auténticas diferencias de opinión sobre la
exégesis bíblica, y estas diferencias jugarían un papel fundamental en
el desarrollo de los acontecimientos.
César Tomé López, Galileo vs. Iglesia Católica redux (I): Antecedentes, Cuaderno de Cultura Científica (kzk), 27/08/2013
Comentaris