La devoció atea necessita processons?
Cuenta Buñuel en sus memorias que, al acabar la guerra civil, se encontró en una de esas largas filas de refugiados que cruzaban lentamente la frontera hacia Francia. El joven Buñuel no llevaba papeles y no se le ocurrió otra manera de probar su filiación republicana que soltarle al soldado que custodiaba la barrera una blasfemia acojonante, incluyendo referencias escatológicas y genealógicas a Cristo, la Virgen y varios santos. El soldado asintió con la cabeza y lo dejó pasar sin problemas.
Es decir, que en España, para hacer profesión de ateísmo hay que ser
doctor en teología por lo menos. Buñuel decía: “Soy ateo gracias a
Dios”, brillante paradoja que podría suscribir la asociación de
librepensadores que ha decidido organizar una procesión de ateos en
Semana Santa. En España lo de pensar libremente y por cuenta propia no
se se les da bien ni a los librepensadores; un español enseguida
organiza un bando, un ejército aunque sea de uno solo, una barricada, a
ser posible enfrente de otra barricada. El primer año que montaron la
peregrinación atea estuve a punto de embarcarme pero al final me dio
vergüenza. No sabía si meterme en la cofradía de Heidegger o en la de
Sartre. “Apúntese en la de Kierkegaard” me dijo el encargado. “Aquí por
Kierkegaard es que hay verdadera devoción”.
Cuando era niño vi en Almúñecar un paso de Semana Santa en que la
figura de la Virgen abría los brazos para suplicar a dos del pueblo
vestidos de romanos que la dejaran pasar hasta la cruz. A un gitano que
estaba a mi lado le resbaló una lágrima por el pómulo de bronce y
entonces soltó con un quejido: “Si es que quien no crea en esto es para
meterle dos tiros en la boca, no me jodas”. Parecía un argumento
incontestable a favor de la existencia divina hasta que un devoto
sevillano lo superó: “La Virgen del Rocío le da por culo a todas las
demás vírgenes. Ea”.
Que me disculpe Sanghay Lily, que es muy capaz de clavarme un epíteto
por pensarlo, pero esto de la procesión atea me recuerda no tanto al
Día del Orgullo Gay sino al Desfile del Orgullo Zombi, esa majadería
bien divertida en que los seguidores de George A. Romero se maquillan de
cadáveres para marchar eplilépticamente por las calles el uno de
noviembre. Aunque eran otras fechas, las organizaciones de homosexuales
se cabrearon, no sin razón, porque lo de Orgullo Zombi suena a homofobia
y a recochineo, y al final los muertos tuvieron que elegir entre
volverse a sus tumbas o elegir otro nombre. A los ateos, los cristianos
les han dicho que se vayan buscando otra semana, pero claro, no es lo
mismo. Como que no tiene gracia salir disfrazado de Nietzsche, con
bigote y todo, en pleno Ramadán. Ya lo dicen en Sevilla: “Por culpa del
hijoputa de Pilatos, un poco más y nos quedamos sin Semana Santa”.
David Torres, Orgullo ateo, Público, 28/03/2013
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