El poble no és populista.



Es más populista querer dirigir a la gente que aceptar que la gente se organice por sí misma. El lenguaje es un boomerang que acaba rebotando a la frente del hablante. Se hace populismo al decir populismo. Lo cantaban Los Burros: las palabras que termina en -on, esas suelen ser para morirse de risa. Y las palabras que terminan en -ismo son las más dictadoras. Toda terminación en -ismo conlleva un golpe de Estado y, cuando aparece, los significados tienen que exiliarse a otra parte del diccionario. Así como en nombre del marxismo en los antiguos países socialistas se hubieran cepillado al mismísimo Marx, y así como el cristianismo se convirtió en la dictadura de las enseñanzas de Cristo sin Cristo, el populismo es la dictadura del pueblo sin el pueblo. El pueblo no es populista. Es otra cosa. Lo dice claro la canción Grândola Vila Morena que, como una barra de pan recién salida del horno, de nuevo llevan día a día los portugueses por las calles: en cada esquina un amigo, en cada rostro igualdad. El pueblo es la gente (en inglés los nombran con la misma palabra). Ser gente es la manera que tiene el pueblo de salvarse del populismo. La gente está saliendo a la calle para manifestarse por la ilusión, por la esperanza, por la capacidad de futuro. La gente está saliendo en oleadas que recorren Barcelona a contracorriente en todos los sentidos, incluido el del itinerario. Populismo es querer desacreditar a toda esta gente en nombre de mayorías muertas como las almas muertas del comprador de siervos de Gogol.

Javier Pérez Andújar, Gogol en Barcelona, El País, 09/03/2013
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/03/08/catalunya/1362774892_860560.html

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