Primo Levi i la paraula memorable.

Primo Levi

Primo Levi escribe desde la fascinación más negra y gélida, sostenida: aquella que inmoviliza a la presa ante el predador, aquella que exige hacer inteligibles los signos del horror, como un aviso lacerante, para contradecir la cínica advertencia que los SS dirigían a sus presos: "Ninguno de vosotros quedará para contarlo, pero incluso si alguno lograra escapar, el mundo no le creería ..." Primo Levi no escribe para hacer literatura, sino para contar, para remontar la constatación de Benjamin según la cual los hombres vuelven mudos del horror, sin nada que contar. Y ese es su problema: cómo alcanzar a contar aquello que pertenece a la intimidad más abismal de la vida inenarrable, ese oscuro temor que nos habita. Primo Levi no escribe porque lee, sino para que pueda ser leído lo que ha visto, para hacer de ello palabra memorable. (...)

Pascal escribió: "Imagínese un número de hombres encadenados y condenados todos a muerte, varios de los cuales son degollados cada día a la vista de los otros, quienes ven su propia condición en la de sus semejantes y mirándose unos a otros con dolor y sin esperanza, aguardan su turno. Esta es la imagen de la condición de los hombres". Primo Levi no tiene necesidad de imaginárselo, lo ha visto y lo ha vivido: ha sido presa de ese horror exacto durante demasiado tiempo y ahora escribe con la grandeza austera que tiene siempre la prosa del superviviente.

... él que había afirmado que apenas hubo evasiones ni suicidios en Auschwitz porque no había fuerzas ni siquiera para ello, encuentra finalmente la ocasión para fugarse y en abril de 1987 se suicida.

Miguel Morey, La prosa del superviviente, Babelia. El País, 30/03/1996