Realitat, fantasia i desig.


Si no hubiera realidad externa, o si en ésta lográramos siempre lo deseado, la fantasía no tendría razón de ser. Por eso, la fantasía es fantasía sobre la realidad, la misma que nos deparó frustración, la que hizo imposible la realización del deseo. (...) La fantasía (como los sueños, un fantasear dormidos), decía Freud, es la realización ilusoria-alucinatoria del deseo. Cuando poseemos realmente el objeto deseado dejamos de fantasear con él. En la fantasía, se dice, poseemos el objeto, porque la fantasía es omnipotente ...

No tanto. Si de hecho fuera omnipotente sustituiría, en igualdad de condiciones, a la realidad no lograda, y colmaría el deseo exactamente igual que si en la realidad fuese satisfecho. Pero no es así. En la fantasía no poseemos el objeto sino la imagen del objeto. Por esta razón, el deseo del objeto real no desaparece, pese a haber sido "poseído" por la fantasía. (...) Si la fantasía fuera suficiente conduciría al bloqueo de toda relación con la realidad: ¿para qué ir a ella, arriesgarnos al fracaso y a la frustración, si en la fantasía el éxito está asegurado sin esfuerzo? La fantasía, en efecto, es la realización del deseo no cumplido en la realidad exterior, pero hay que intercalar una palabra más: la fantasía es la realización precaria del deseo insatisfecho en la realidad. Los grandes fantaseadores no dejan de experimentar una tristeza crónica por su constante frustración, por su incapacidad para la posesión real del objeto.

Carlos Castilla del Pino, El delirio, un error necesario, Círculo de lectores, Barna 1998

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