"Aislados de lo cercano, conectados con la lejanía".
No deja sin embargo de darse un cambio significativo en el paso del apartamento o el rascacielos en el centro a la casita adosada a las afueras. En el estilo habitacional ese cambio representa el paso del Estado concentrado y lento, propio de la era industrial, a lo múltiple de un más ligero dominio postindustrial. (...)
De cualquier modo la urbanización ya no es el barrio, sino la dispersión telemática de las viviendas. Si la óptica geométrica ha producido el centro-ciudad y la periferia, la óptica ondulatoria es portadora de un tipo de señales digitales que organizan una relación teleobjetiva con el mundo, la de la conurbación de construcciones que permanecen aisladas de la cercanía e hiperconectadas con la lejanía. Las casitas adosadas están aisladas unas de otras. Cada una permanece aislada e interconectada. No hay vecinos arriba ni abajo, ni la protección física del descomunal edificio de pisos. Pero esto porque el actual cibermundo cubre electrónicamente cielo y paredes, envolviendo a cada nicho con la garantía de la moqueta global. En otras palabras, la urbanización de las afueras puede presentarse como alternativa creíble y tranquila después de que el espacio está cubierto informáticamente, dibujando de hecho un rascacielos virtual sobre cada vivienda. Bien mirado, ésta no vive tanto adosada a la siguiente, a la cercana, como a las múltiples autopistas de la Red que nos enlazan con la lejanía.
Ignacio Castro Rey, Votos de riqueza, A. Machado Libros, Madrid 2007
Comentaris