La importància de l'hipocamp per a la memòria.





Pero, ¿cómo funcionan la memoria y el aprendizaje? ¿Cuáles son los mecanismos utilizados por el cerebro para atrapar estas relaciones causales que pasan volando por delante de nuestra vida, como si fuesen moscas? La historia empieza con un chico norteamericano que se llamaba H. M. Era brillante y, un día, montando en bicicleta, se cayó y se golpeó la cabeza, con tan mala fortuna que empezó a sufrir crisis epilépticas. Algunos tipos de epilepsia son debidos a traumas craneoencefálicos. En el caso de H. M., estas descargas eran tan fuertes que le impedían hacer vida normal. Su vida se convirtió en una crisis epiléptica tras otra. Para solucionar este tormento, se sometió a un tratamiento de neurocirugía, en el que le extirparon las partes del cerebro involucradas en la generación de estas crisis. Aunque parezca brutal, los tratamientos quirúrgicos tan drásticos de extirpación de áreas cerebrales todavía se utilizan en casos de epilepsia muy severa, que no se puede controlar con fármacos, algo que nos demuestra lo mucho que tenemos que aprender para ayudar a estos pacientes de una manera que sea menos invasiva e irreversible.

Volvamos a la historia de H. M. Su neurocirujano, que debía ser un fiera, le extirpó con gran efectividad toda una zona de la corteza temporal del cerebro que incluía los dos hipocampos completos. Pues bien, a partir de la cirugía, la epilepsia quedó eliminada. Éxito total. Pero H. M. de inmediato empezó a padecer un problema de memoria muy curioso. Nuestro paciente podía recordar sin ningún problema todas las cosas que habían ocurrido antes de la cirugía, pero, desde que se despertó en la cama del hospital, no podía almacenar en su memoria ningún dato, evento, conversación o cosa nueva que le sucediese. Seguía teniendo la misma inteligencia y podía seguir haciendo todas las cosas que hacía antes: moverse, andar, comer, hablar y reír; incluso podía aprender tareas nuevas que requerían movimiento o coordinación visual. Pero, cada vez que la psicóloga que le atendía entraba en su habitación a hablar con él, la recibía como si fuera una desconocida, una persona nueva, porque no se acordaba de haberla visto nunca, aunque le hubiese visitado el día anterior. Esto es un caso clínico que denominamos “amnesia anterógrada”, pérdida de memoria a partir de una lesión (o de la neurocirugía, en este caso).

El caso de H. M. y otros parecidos de pacientes con neurocirugías del lóbulo temporal demostraron que el hipocampo es necesario para el almacenaje de memoria porque, si lo quitamos, ya no almacenamos, aunque nos acordemos de todo lo anterior. Es decir, el almacenaje de la memoria es distinto de la memoria. H. M. tenía sus recuerdos antiguos intactos, pero no podía añadir nada nuevo. Lo curioso del caso es que el hipocampo es necesario para almacenar solo ciertos tipos de recuerdos, los que llamamos declarativos o episódicos, cosas que se pueden contar con palabras, o bien experiencias vividas. Pero hay otros recuerdos, sobre todo de tareas, como aprender a copiar dibujos, que H. M. no tenía ningún problema en aprender y almacenar. Aunque la amnesia anterógrada de H. M. solo se limitaba a recuerdos episódicos, era como un inválido, ya que para funcionar en sociedad es imprescindible recordar muchas cosas. Podemos lavarnos los dientes, andar, comer y hablar, pero, si queremos ir a la compra, no recordaremos dónde pusimos el dinero o qué tenemos que comprar. H. M. nunca se recuperó y vivió el resto de su vida en instituciones médicas.

Rafael Yuste, La historia de un paciente con amnesia ..., El País 25/09/2024

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