La raó apocalíptica.
El apocalipsis ya fue, ahora toca “reanimar los centros sensibles” (D. H. Lawrence), “repoblar el mundo de vínculos” (Rita Segato).
Todo o nada, ahora o nunca, victoria o muerte: también la revolución se pensó en el siglo XX como apocalipsis, con resultados desastrosos. Porque no hay Fin, no hay ningún final de la Historia, no hay última palabra, la pelea es interminable: la vida recomienza todo el rato. La temporalidad emancipadora es la del proceso, la del continuo, la de lo interminable.
Recomenzar no es repetir, sino partir de lo que hay y crear algo distinto. Toda creación es recreación. Nada de lo que fue está realmente concluido, se puede prolongar siempre. Reanimar y reactivar las potencias del pasado. Aprendamos de las comunidades indígenas que vivieron su propio fin del mundo hace 500 años y resisten, insisten, siguen existiendo.
El miedo al Fin no activa, sino que disuade. La catástrofe por venir paraliza. Hoy es el método mismo de gobierno: “Nosotros o el caos”. Hay que oponer, al imaginario apocalíptico del Fin, una lógica de la *reanudación*. Del recomienzo y la reconexión. El apocalipsis ya fue. Ahora es tiempo –siempre es tiempo– de *reanudar con la vida*. Habrá futuro *por añadidura*.
Amador Fernández-Savater
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