El que pensen els conservadors sobre la moral, l'economia i la naturalesa (George Lakoff)
La
moral se presenta bajo la forma de reglas, o mandamientos, establecidos por una
autoridad moral. Ser moral es obedecer a esa autoridad. Ello requiere
disciplina interna para controlar los propios deseos y, preferiblemente,
obedecer a una autoridad moral.
La
disciplina se aprende en la infancia, principalmente a través del castigo que
se recibe por haber obrado mal. La moral sólo puede mantenerse a través de un
sistema de premios y castigos.
Economía.
La
competencia por unos recursos escasos impone también una disciplina, y,
en consecuencia, sirve a la moral. La disciplina que se requiere para ser moral
es la misma que se requiere para ganar competiciones y para prosperar.
Los
ricos tienden a ser buenos, una élite natural. Los pobres siguen siendo pobres
porque carecen de la disciplina necesaria para prosperar. Por tanto, los pobres
merecen ser pobres y servir a los ricos. Los ricos necesitan y merecen que los
pobres les sirvan. La enorme y creciente brecha entre ricos y pobres se
considera, por tanto, natural y buena.
En
la medida en que los mercados son «libres», son un mecanismo para que las
personas disciplinadas (estereotipadamente buenas) utilicen la disciplina para
acumular riquezas. Los mercados libres son morales: si cada uno persigue su
propio beneficio, se maximizará el beneficio de todos. La competencia es buena;
produce una óptima utilización de los recursos y de las personas disciplinadas,
y, en consecuencia, sirve a la moral. La regulación es mala; se interfiere en
la búsqueda libre del beneficio. Los ricos sirven a la sociedad invirtiendo y
dando trabajo a personas más pobres. Esta división de la riqueza sirve, en
última instancia, al bien público, que consiste en premiar a los disciplinados
y en dejar que los indisciplinados se vean obligados a aprender disciplina o
esfuerzo.
Gobierno.
Los
programas sociales son inmorales. Cuando a la gente se le dan cosas que
no se ha ganado, los programas sociales eliminan el incentivo de la disciplina,
necesario tanto para la moral como para la prosperidad. Habría que suprimir los
programas sociales. Todo lo que pueda hacer la esfera privada debería
hacerlo la esfera privada. El gobierno tiene ciertos roles que le son propios:
proteger la vida y la propiedad privada de los americanos — intentando que
quienes lo merecen (los disciplinados) obtengan beneficios de la manera más
sencilla posible—, además de promover la moral conservadora (la moral del padre
estricto) y la religión.
Educación.
Puesto
que preservar y extender la moral conservadora es el objetivo
prioritario, la educación debería servir a este objetivo. Las escuelas deberían
enseñar valores conservadores. Los conservadores deberían ha-cerse con el
control de las juntas escolares para garantizarlo. Los profesores deberían ser
estrictos, no protectores, tanto en el ejemplo que proponen a los estudiantes
como en el contenido de lo que enseñan. La educación, por tanto, debería
promover la disciplina, y los estudiantes indisciplinados deberían someterse al
correspondiente castigo. A los estudiantes ingobernables habría que castigarlos
físicamente (por ejemplo, apalearlos), y a los intelectualmente
indisciplinados, en lugar de mimarlos, habría que avergonzarlos delante de
todos y castigarlos no aprobando el curso. El cumplimiento de la disciplina
tendría que evaluarse mediante un sistema de exámenes uniforme. Hay respuestas
correctas e incorrectas, y hay que comprobarlas. El sistema de exámenes define
la imparcialidad: a los que aprueban, se los premia; a los que no son lo
suficientemente disciplinados para aprobar, se los castiga.
Como
los niños inmorales e indisciplinados pueden llevar a los niños morales y
disciplinados por el mal camino, los padres deberían poder elegir las escuelas
en las que estudian sus hijos. Debería suprimirse la financiación gubernamental
a las escuelas públicas y trasferírsela a los padres mediante un sistema de
asignaciones, bonos, etc. Esto permitirá que los ciudadanos más ricos (más
disciplinados y más morales) puedan llevar a sus hijos a escuelas privadas o
religiosas que enseñan valores conservadores e imponen la disciplina adecuada.
Las asignaciones que se entreguen a los pobres (menos disciplinados y menos
merecedores), en cualquier caso, serán insuficientes para poder llevar a sus
hijos a las mejores escuelas privadas y religiosas. Así, las escuelas acabarán
reflejando las divisiones naturales de la riqueza existentes en la sociedad.
Por supuesto, a aquellos estudiantes que muestren excepcional disciplina y
talento se les deben conceder becas para las mejores escuelas. Ello contribuirá
a mantener a la élite social como una élite natural.
Salud.
Los
padres tienen la responsabilidad de cuidar a sus hijos. Si no pueden
hacerlo, no cumplen con su responsabilidad individual. Nadie es responsable de
hacer el trabajo que tienen que hacer otros. Así, el cuidado prenatal y
postnatal, el cuidado de la salud de los niños, de los ancianos y de los
enfermos son responsabilidad de los individuos, no de los contribuyentes.
Naturaleza.
Dios
ha concedido al hombre el dominio sobre la naturaleza. La naturaleza es
un recurso para la prosperidad. Está ahí para ser utilizada en beneficio
humano.
Corporaciones.
Las
corporaciones existen para proporcionar a la gente bienes y servicios,
así como para producir beneficios para sus inversores. Trabajan con la máxima
eficacia cuando intentan maximizar sus beneficios. Cuando las corporaciones
tienen beneficios, la sociedad tiene beneficios.
George Lakoff, No pienses en un elefante. Lenguaje y debate político (2004), Editorial Complutense, Madrid 2007
George Lakoff, No pienses en un elefante. Lenguaje y debate político (2004), Editorial Complutense, Madrid 2007
Comentaris