Arriba la política (Jacques Rancière).

Resultat d'imatges de la política según rancière
Jacques Rancière
Para el teórico Jacques Rancière (La mésentente, 1995) lo político apareció por vez primera en la antigua Grecia, cuando los pertenecientes al demos (aquellos sin un lugar claramente definido en la jerarquía de la estructura social) no sólo exigieron que su voz se oyera frente a los gobernantes, frente a los que ejercían el control social; esto es, no sólo protestaron contra la injusticia que padecían y exigieron ser oídos o formar parte de la esfera pública en pie de igualdad con la oligarquía y la aristocracia dominantes, sino que, ellos, los excluidos, los que no tenían un lugar fijo en el entramado social, se postularon como los representantes de la sociedad en su conjunto, de la verdadera universalidad (“Nosotros, la “nada” que no cuenta en el orden social, somos el pueblo y todos juntos nos oponemos a aquellos que sólo defienden sus propios intereses y privilegios”).

El conflicto político, en suma, designa la tensión entre el cuerpo social estructurado, en el que cada parte tiene su sitio, y la “parte sin parte”, que desajusta ese orden en nombre de un vacío principio de universalidad. La verdadera política trae siempre consigo una suerte de cortocircuito entre el universal y el particular: la paradoja de un “singular universal”, de un singular que aparece ocupando el universal y desestabiliza el orden operativo “natural” de las relaciones en el cuerpo social.

Esta identificación de la no-parte con el todo, de la parte de la sociedad sin un verdadero lugar (o que rechaza la subordinación que le ha sido asignada), con el universal, es el ademán elemental de la politización, que reaparece en todos los grandes acontecimientos democráticos, desde la Revolución Francesa(cuando el tercer estado se proclamó idéntico a la nación, frente a la aristocracia y al clero), hasta la caída del socialismo europeo (cuando los “foros” disidentes se proclamaron representantes de toda la sociedad, frente a lanomenklatura del partido).

Cuando los “excluidos” protestan contra la élite dominante, la verdadera apuesta no está en las reivindicaciones explícitas (aumentos salariales, mejores condiciones de trabajo, etc.) sino en el derecho fundamental a ser escuchados y reconocidos como iguales en la discusión. Cuando ello ocurre se modifica el contexto que determina el funcionamiento de las cosas: llega lo político.

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