Paraulotes.

Aborrezco las palabras líder, excelencia, proactivo, desafío, reto, misión, visión, retroalimentación y oportunidad. El vocabulario empresarial globalizado penetra poco a poco en el habla coloquial y estandariza los comportamientos sociales. El colonialismo lingüístico no es nuevo bajo el sol. Las culturas tecnológica o económicamente poderosas siempre han pretendido imponer sus estilos. El lenguaje es un medio idóneo para ello. Pero detrás de las palabras se esconden agazapadas las ideas y en cualquier momento de descuido van y saltan a la yugular. Mediante el uso del lenguaje la certeza puede transmutarse en duda y es capaz la mentira de revestirse de verdad. Es también en el lenguaje donde el totalitarismo intolerante encuentra el rostro de su amabilidad. (...) Este lenguaje repleto de eufemismos malévolos que en el mundo empresarial globalizado impera pervierte los valores y tira por tierra la dignidad del trabajador. Es el eufemismo al servicio del management, el lenguaje a disposición del despotismo directivo. Pero ya se sabe; contra el eufemismo: tabú. Ser proactivo equivale a acatar, a obedecer, a resignarse. Desafío implica amenaza de despido, y reto supone trabajar el doble por la mitad. Un afamado directivo retaba a sus subordinados a que cada vez que acudieran al trabajo reflexionasen sobre lo que irían a hacer en ese día para mejorar su desempeño con respecto al de sus competidores. (...) Las palabras son a veces trampas insalvables, bombas de racimo que arrasan la decencia de los demás. Este lenguaje que se va imponiendo sin remedio legisla a la postre una nueva relación laboral no sustentada en la ley como expresión de la voluntad popular sino en la mera imposición empresarial. En tiempos de sometimiento, de miedo, de necesidad, el lenguaje se vuelve peligroso. (...) Los significados se diluyen y un mundo espurio aparece ante nuestros ojos de repente. Hay que tener mucho cuidado con las palabras y no porque las cargue el diablo, sino porque a la postre son las que inventan la realidad. 

Fernando Royuela, Aborrezco las palabras, Babelia, El País, 12/09/2009

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