Intolerable!









El sectarismo, la censura y la pasión inquisitorial no es cosa de unos cuantos fanáticos islamistas «infiltrados» en el «mundo libre» (como quieren hacernos creer algunos demagogos), sino el efecto de un complejo de creencias y conductas cada vez más «normalizadas» en nuestra propia cultura. De hecho, la reacción de algunos musulmanes a las caricaturas de Mahoma no es esencialmente distinta a la que exhiben otros creyentes o defensores de minorías (más o menos oprimidas) y víctimas varias, ante expresiones humorísticas similares e igualmente, según ellos, «intolerables» . Que en unos casos se llegue al asesinato y en otros, «tan solo» , al linchamiento en los medios, el boicot, el procesamiento judicial y la «muerte civil» del que opina, solo es una diferencia de grado; lo grave, lo tremendo, es que permitamos que la gente se crea, cada vez más, con el derecho a exigir que se le tape la boca (y se aplaste personal y profesionalmente) al que no piensa o habla «como es debido» .

Sobra decir que casi todos los que creen intolerable que se cuestionen o ridiculicen sus creencias, principios o sentimientos, defienden que haya libertad de expresión en «todo lo demás» (es decir, en aquello que afecta a las creencias –equivocadas– de los otros). Así, a quienes censuran como una grave ofensa la «procesión del santo coño» (sic), les parece de perlas que, en nombre de la libertad de expresión, se exalte la figura del dictador Franco; y a quienes, en nombre de esa misma libertad, defienden el derecho a blasfemar cuanto se quiera, les parece lógico censurar obras de arte y derribar estatuas y símbolos machistas, racistas o supremacistas (claro que, a la vez, todos dirán que «no es lo mismo» una cosa que otra, y que son ellos, y solo ellos, los que –¡naturalmente!– tienen razón).

Si no se creen todo esto, traten de expresar (pintar, escribir, cantar, filmar u opinar), de forma pública o privada, algo que a alguna jauría mediática o furibundo grupo de aficionados a la justicia, les parezca ofensivo, blasfemo, racista, sexista, homófobo, transfóbico, neocolonialista, poco patriótico, que incite al odio, el acoso, a la pederastia, al heteropatriarcado, al juego, al sexo objetualizado, al terrorismo o –últimamente– al menoscabo de la salud pública; y verá lo que le pasa. Lo que me extraña es que no haya salido ya algún perspicaz intelectual, o activista alternativo de referencia, acusando al profesor degollado de haber actuado como un típico varón blanco-heterosexual-etnocentrista poco respetuoso con la diversidad cultural y las creencias de una minoría oprimida…

Víctor Bermúdez, Razón o decapitación, elperiodicoextremadura.com 21/10/2020

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