L'Estat de l'independentisme.
En el Primer Libro de Samuel se describe la fundación de un Estado. Tráiler.
Los ancianos de Israel piden a Samuel un rey. Samuel les explica el
funcionamiento de un Estado —8:11 a 8:18; una información tan cruda que, cuando
se lee, muere un gatito—, sin conseguir que los ancianos cambien de idea —8:19 y
8:20—. Cataluña vive hoy esos versículos. Pero con variantes llamativas. Los
ancianos reclaman Estado, pero sin Samuel que explique qué es un Estado. Ante
esa duda, me permito apuntar lo que han dado de sí al respecto la derecha y las
izquierdas locales, esos objetos que, antes de caer al mismo lado, caían hacia
el lado al que se inclinaban.
Pi i Margall |
El único posicionamiento independentista de derechas —Estat Català— es de los
años veinte y treinta del XX. Es netamente fascista, por lo que no aparece en el
Trivial. Antes de eso, Torres i Bages pasa del tema, Prat de la Riba pide
hegemonía política en el Estado y Cambó une los intereses de la derecha catalana
a los de la derecha española, con apoyo suicida —para Cataluña, no para la
derecha— a dos golpes de Estado. Para esa derecha, como para la española, las
propuestas de las izquierdas son extranjerismos. Y el momento de mayor
autogobierno en tres siglos —absolutas competencias en justicia, defensa,
interior y exterior, sin Estado y bajo una construcción antiestatal: un Comité
de Milícies Antifeixistes— lo cataloga de murciano (sic).
La ocurrencia de elidir federalismo y revolución-transformación para un
Estado propio es de los noventa. Lo hace la ERC de Àngel Colom, que propone el
Estado como, glups, beneficio económico colectivo. La derecha catalana se ha
aproximado al concepto con celeridad a lo largo de su quema de etapas —en 35
años, el tema identitario, que no el social, ha sido la única etapa permitida—.
En la actualidad no solo es el discurso gubernamental, sino que parece engullir
a la izquierda nacional. Limpia una política y un periodismo sucios, que se
comportan como las Pussy Riots catalanas —si bien de Pussy no se sabe, pero de
Riot, nada—, pero en realidad evitan contrastarse. Evitan que Samuel hable. Que
explique que el saqueo de Cataluña no es solo estatal, sino también autóctono,
partidista y bancario. Que explique por qué el independentismo lo lidera una
derecha que ha votado, con la española, 17 de las 18 leyes que rebajan derechos,
democracia, bienestar y autogobierno.
Por tradición, es poco probable que la derecha local —y sus abducidos—
proclame un Estado, teniéndolo ya. Pero en su probabilidad, cabe preguntarse por
qué ese Estado sería el único que tuviera un IRPF efectivo, que garantizara el
bienestar y la democracia, que no confundiera lo privado, lo público, las
empresas reguladas y las agencias de ITV, el único que no se consagrara al cobro
de la deuda, el único con soberanía. Sobran ancianos y falta un Samuel que
explique si ese Estado sería España2.0. Que explique las ventajas, en fin, de
construir un Estado para 400 familias. Si el independentismo tiene un Samuel, ya
está tardando en explicar su proyecto.
Guillem Martínez, Samuel y los ancianos, El País, 07/09/2012
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