Una Espanya sense catalans.
Si la integridad territorial de España
dependiera de los argumentos con que la derecha política y mediática descarta
estos días la independencia de Cataluña, ya podrían los catalanes
independentistas enfriar el cava porque sería cuestión de días. Hay que ver la
birria de razones con que quieren convencernos de que una Cataluña independiente
es imposible por inviable.
Argumentos sentimentaloides del tipo
“Cataluña no es nada sin España” ni los tengo en cuenta, porque recuerdan al “no
puedo vivir sin ti” que precede a toda separación, y que dura tanto como tarda
uno en darse cuenta de que no sólo puede vivir sin su ex, sino mucho mejor.
Luego están los argumentos ‘expulsivos’:
un Estado catalán se quedaría fuera de la Unión Europea, del euro, de la OTAN, y
hasta de la liga de fútbol. En cuanto al euro, ya veremos si no somos nosotros
los que acabamos fuera de Europa y del euro, bien porque nos echen, bien porque
se venga abajo el invento europeo. Lo de no poder pertenecer a la OTAN, muchos
correríamos a preguntar dónde hay que firmar, y así están desde siempre algunos
países, incluso en Europa. Y en cuanto a la liga de fútbol, es un negocio antes
que un deporte, y ya lo apañarían.
Y por último están los argumentos
‘ruinosos’: Cataluña no sería viable como Estado en un momento como este, de
grave crisis económica europea, española y también catalana, y se hundiría sin
remedio. Se olvidan de que los nuevos Estados suelen nacer de los escombros,
tras guerras y secesiones dramáticas, y sobre esos escombros (que a menudo son
literales, de país destrozado) levantan el nuevo Estado.
En definitiva: que si Cataluña sigue o no
siendo parte de España no dependerá ni del euro, ni de la crisis ni de jugar la
Copa del Rey, sino de que los catalanes quieran continuar siendo miembros del
club hispánico. Vale, están también los argumentos de fuerza: suspender la
autonomía y mandar el ejército, pero como ahí se acaba toda posibilidad de
discusión, ni lo considero.
Por mucho que les pese a algunos,
Cataluña será lo que los catalanes quieran. ¿Y el resto de españoles? ¿Qué
queremos? Yo hablo por mí, y por otros que sé que piensan como yo. Y mi postura
es casi suplicante: ¡amigos catalanes, no os vayáis, no nos dejéis solos! Frente
a la chulería con la que algunos comentaristas despachan las aspiraciones
catalanas con un “déjalos, que se vayan, que ya se arrepentirán”, yo prefiero no
tentar la suerte y les pido: no os vayáis, no nos dejéis solos.
Porque si para algunos es impensable una
España sin Cataluña, yo tengo suficiente imaginación para hacerme a la idea, y
me aterra una España sin Cataluña (y sin Euskadi, que en tal caso no se quedaría
atrás). ¿Se lo imaginan, una España sin las variaciones vasca y catalana, una
España reconcentrada en su castellanidad?
En una España sin catalanes ni vascos,
los que quedásemos tocaríamos a más en todo, por ser menos para repartir: nos
tocaría por cabeza más rescate, más modelo productivo fracasado, más monarquía,
más bipartidismo, más santa Transición, más conferencia episcopal, más jueces
carcas, más contrarreforma educativa, más facherío sociológico, más prensa
cavernícola, más Academia de la Historia, más banca tóxica, más poder económico
dominante, más corrupción; más de todo per cápita. Sí, ya sé que también en
Cataluña hay crisis, derecha rancia, obispos, corrupción y gran capital, pero
sospecho que en el reparto del ajuar común saldríamos perdiendo los que estamos
a este lado del Ebro; y lo mismo valdría para Euskadi.
Sería además una España herida,
humillada, lo que hincharía aún más el nacionalismo español -que también existe
aunque los que se dicen antinacionalistas nunca lo reconozcan-; ese mismo
nacionalismo que con sus hechos y sus palabras es desde hace años el mayor
fabricante de separatistas en Cataluña y Euskadi.
Asumo que en Cataluña hay un número
importante de independentistas convencidos que querrían llegar hasta el final –y
entre ellos no figura Mas, que está a otra cosa, ni tampoco CiU-. Pero estoy
seguro de que la mayoría de catalanes no quiere salir de España: quiere salir de
esta España, que no es lo mismo. Pero es que de esta España somos muchos los que queremos salir, sin tener la
posibilidad de independizarnos. De esta España fallida, donde
no queda ya institución que no esté en crisis, y donde caminamos con paso firme
hacia el agujero.
Por eso digo: amigos catalanes, no os
vayáis, no nos dejéis solos, quedaos con nosotros y cambiemos juntos esta
España, construyamos otra donde ni vosotros ni los demás nos sintamos incómodos,
una España que tenga futuro y en la que no tengamos más motivos para temer o
avergonzarnos de los que tienen los habitantes de otros países. Una España que
ya no podrá ser monárquica, ni tampoco autonómica, porque el proyecto de la
Transición hace agua por demasiados sitios. República, federal, son palabras que
todavía imponen; pero más nos valdría tomarnos en serio esa incomodidad de
catalanes y vascos y de tantos españoles, y apostar por salir de la crisis
desechando todo lo fallido para construir de nuevo, antes de que se nos caiga
encima.
Isaac Rosa, Cataluña, no nos dejes solos, Eldiario.es, 21/09/2012
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