El PSC i la independència.


¿Queda PSC para los complicados tiempos que vienen? Al PSC esta nueva etapa le ha pillado en el peor momento. Desde que acumuló las máximas cuotas de poder jamás contadas en 2004, entró en un proceso de decadencia que le llevó en poco más de siete años a perderlo todo, incluso, Barcelona. El desprecio por el discurso ideológico, o la incapacidad de formularlo; la asunción del discurso conservador de que la gestión es lo único que importa, sin darse cuenta de que la derecha, mientras gobierna, no deja ni un segundo de dar la batalla ideológica; la incapacidad de liderar el tripartito y consolidar la primera experiencia de gobierno de la izquierda; el control del partido por un pequeño grupo atrincherado en su poder burocrático, y la incapacidad para percibir los cambios profundos que sufre la sociedad catalana han dejado al PSC desubicado, sin proyecto y sin palabra.

El partido que se presentaba a sí mismo como el mejor retrato de la sociedad catalana estuvo ausente de la manifestación más importante que ha conocido Cataluña. Mal asunto cuando un partido de vocación mayoritaria no encuentra su sitio en un acontecimiento como este y mal asunto cuando tiene que apelar a la mayoría silenciosa para justificar su papelón. Las mayorías silenciosas son inefables, no hablan.

En la desesperación, el PSC corre el riesgo de ver en la contramanifestación su oportunidad. La dirigente socialista Rocío Martínez Sempere ha dicho que “el PSC no puede ser el partido de la anti-independencia” y tiene toda la razón. Pugnar con el PP por la bandera del españolismo sería letal para las socialistas. Si el PP con ella nunca ha dejado de ser un partido marginal, ¿qué van a sumar dos partidos en esta pelea? Aquí, no hay una división social entre catalanes y españoles como la hay en el País Vasco. Jugar a ello es una carta perdedora y peligrosa. El PSC defiende una solución alternativa a la independencia. Su insistencia en el federalismo es una respuesta. Para ello necesita interlocutores federalistas. Y hace años que los busca y no los encuentra. La vía confederal podría ser más atractiva en Cataluña, pero chocará con los partidos españoles. Pero lo que no tiene sentido es negar de plano la independencia. El PSC debe tener interlocución con un movimiento social de estas dimensiones.

Desde su posición ideológicamente contraria a la independencia, ¿no puede ser el referéndum o la consulta el punto de encuentro del PSC con los que están a favor? Asumir este horizonte y reconstruirse ideológicamente como izquierda parece la mejor manera de representar a quienes quieren seguir vinculados a España; de mantener un diálogo con las demás fuerzas catalanas para garantizar la unidad civil; de encontrar una posición desde la que interpelar a las instituciones españolas; de responder a unas políticas de austeridad tan poco equitativas y de advertir de las posibles derrapadas de los nacionalismos, e incluso de volver a los orígenes y proponer un proyecto para Barcelona, que un día fue modelo y ahora ya solo es una marca. Probablemente, esta sea la única vía razonable de supervivencia de un partido al que un cálculo equivocado sobre la recuperación rápida de lo perdido le puede conducir a la marginalidad definitiva.

Josep Ramoneda, ¿Dónde está la izquierda?, El País, 18/09/2012

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