La independència i El Álamo.
Independencia es una palabra muy cálida que enciende el corazón de los
jóvenes. Más o menos eso dice John Wayne sentado con las piernas extendidas en
lo alto de la muralla del fuerte del Álamo mientras fuma un cigarro ante una
puesta de sol que dora su frente. Una vez pronunciada esa palabra fervientemente
por la multitud ya es muy difícil detenerse. Ya no tiene propietarios. Nadie
podrá bajarla del aire o recogerla del suelo para devolverla a los libros.
Sucede lo mismo con la pasión amorosa. Si la mujer a la que has declarado
abiertamente tu deseo de poseerla y ella comienza a desabrocharte con estudiada
lentitud la camisa mirándote a los ojos en silencio, ¿qué amante enamorado será
capaz de pedirle que se detenga? Puesto que estoy hablando de sexo y política,
conviene tener clara la diferencia que existe entre erotismo y pornografía.
Erotismo es todo lo que se hace antes de llegar a la cama. Pornografía es
aquello que se realiza ya sobre el colchón. El deseo de independencia de un
pueblo es un erotismo político muy difícil de controlar cuando se ha puesto en
marcha. Ningún patriota encendido analiza con frialdad los peligros, las
ventajas e inconvenientes. Hacer números y cuentas en una libreta de mercader va
directamente contra el romanticismo. Cualquier análisis serio baja la libido.
Ante una maravillosa puesta de sol en una tarde de domingo ningún amante, que no
fuera un idiota, trataría de detener la desbocada pasión de su novia
recordándole el dificultoso permiso de los padres para casarse, cual de las dos
familias va a pagar el banquete de boda, a qué banco pedieran la hipoteca del
piso, a qué colegio llevarán a los niños. Nada, vamos a fundirnos sin pensar qué
será de nosotros mañana. Cataluña se halla ahora en esta fase de erotismo
político. Es excitante su deriva hacia la independencia. Primero fue una
corriente suave. Solo tres botones desabrochados. Hoy es una tormenta romántica.
Pero si la independencia se produce y Cataluña se convierte en Estado, deberá
subir a la cama y en ese momento comenzará la pornografía. Deberá tener un
ejército, comprar bombas, misiles y aviones, ya no habrá nacionalistas sino
nacionales. Ya lo decía John Wayne en El Alamo. Independencia es una palabra que
enciende el corazón de los jóvenes.
Manuel Vicent, Erotismo, El País, 23/09/2012
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