Democràcies monitoritzades i societat de l'observació (Daniel Innerarity).
La “democracia monitorizada” es esa forma de democracia en la que la
ciudadanía dispone de múltiples medios para observar y evaluar sus gobiernos.
Esta posibilidad va desde las tradicionales formas de control parlamentario y
judicial, hasta el creciente papel de las agencias regulatorias o las redes
sociales que aseguran que todo lo que pasa es objeto de observación y debate
público. La exigencia de transparencia tiene su origen en aquel principio
ilustrado según el cual la vida democrática debería desarrollarse, en expresión
de Rousseau, “bajo los ojos del
público”. (…) Las tecnologías de la comunicación y la información posibilitan
una vigilancia democrática que era impensable en otras épocas de asimetría
informativa. (…)
Vivimos en los que me gusta llamar “sociedad de la observación” (…). Los
sistemas políticos son de forma creciente, desde el ámbito doméstico hasta el
espacio global, lugares públicamente vigilados. (…) La globalización es también
un espacio de atención pública que reduce sensiblemente las distancias entre
testigos y actores, entre responsables y afectados, entre uno mismo y los
demás. Se configuran así nuevas comunidades trasnacionales de protesta y solidaridad.
Los nuevos actores, en la medida en que vigilan y denuncian, desestabilizan
cada vez más la capacidad del poder para imponerse de forma coercitiva. La
humanidad observadora participa directamente en el debate que funda el espacio
público mundial y actúa en nombre de una legitimidad universal, de modo que
ningún Estado puede hacer abstracción de esa mirada posada sobre él. Como en
otras esferas de la vida, también en la política el hecho de saberse
controlados mejora nuestro comportamiento o, al menos, disuade de cometer los
errores que tienen su origen en el secreto y la opacidad. Nuestros espacios
público conocen muchas expresiones de eso que se ha dado en llamar naming and shaming: el poder disuasorio
de la condena, la exposición pública, la denuncia y la vergüenza, que no es un
poder omnímodo pero en muchas ocasiones disciplina los comportamientos.
Daniel Innerarity, ¿Cuánta
transparencia soportan nuestras democracias?, La maleta de Portbou nº 12,
Julio-Agosto 2015, pàgs. 16-22
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