Els límits dels models econòmics.

 

Me gusta que lo digan, o mejor dicho, que lo reconozcan. Los economistas se equivocan, no pueden predecir las crisis y tras sus recomendaciones yacen ocultos a veces intereses propios. He visto a economistas entronizados, presentando libros de carácter bíblico y otros reconociendo honestamente que la crisis ha roto los moldes de los modelos matemáticos desarrollados hasta ahora. No hay libro para esto, seguramente porque la avaricia, principal causante de lo sucedido en el escenario económico internacional, no es un parámetro medible.

Hace unos meses, el ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang Schäuble, se reunió con los más eminentes economistas alemanes, entre los que se encontraban 20 premios nobel de economía, y les espetó sin miramientos que por qué no estaban ayudando, que cómo es que no habían encontrado la solución. Me imagino esa sala, tensa, llena de eruditos mirando hacia el suelo y sudando lo suyo.

En España, a estas alturas, los brotes verdes deberían haberse convertido en fornidas lianas de selva y aquí seguimos.

“¿Por qué el futuro de la economía es tan difícil de predecir como el tiempo?”, se preguntaban los periodistas de MarketWach. Las razones son obvias pero es la primera vez que las encuentro enumeradas en una lista y ratificadas por estudios.

1.- Tienen sus propios intereses. Muchos economistas influyentes trabajan en instituciones académicas, que tienen un aura de autoridad imparcial. Pero en realidad, dicen los expertos, la mayoría de los economistas tienen motivos políticos y económicos propios: "La mayoría de los economistas están pagados por instituciones financieras que tienen sus propios intereses".

Además, alrededor del 70% de los economistas universitarios tienen intereses financieros fuera del entorno académico, según el estudio de Gerald Epstein y Jessica Carrick-Hagenbarth’s citado por los periodistas de MarketWatch, que analizó las apariciones en los medios de comunicación y artículos en la prensa de los economistas entre 2005 y 2009. Pero a pesar de estos vínculos con empresas y con el sector privado, los economistas rara vez se identifican a sí mismos como trabajadores de la esfera privada, concluyeron los investigadores.

2.- La testosterona inclina la balanza. El mundo financiero es en su mayoría masculino y algunos analistas dicen que esto podría tener repercusiones en la política económica. Varios estudios concluyen que los hombres “tienden a tener un comportamiento más temerario que las mujeres” y que por el contrario ellas son más propensas pensar que las políticas gubernamentales deben intentar realizar una distribución de la riqueza más equitativa en Estados Unidos.

3.-Los economistas no tienen una bola para adivinar el futuro. En realidad no la tiene nadie y en base a las predicciones realizadas en los últimos 100 años pocos vieron venir la Gran Depresión, la crisis del petróleo de los 70 o el boom de las puntocom. En el caso de las “subprime”… Bueno, “es que hace 15 años no existían”.

4.- Pesimismo llama a pesimismo. Lo que dicen los economistas, junto con la volatilidad de la bolsa y sus propios ingresos afecta directamente a las decisiones de gasto del consumidor. “Por esta razón, los economistas tienen una mayor responsabilidad social en la forma en la que hablan con la prensa”, cita el artículo. Son capaces de crear la siguiente crisis, algo que por otra parte, también se atribuye a la prensa.

5.- La gente es impredecible, por eso los modelos económicos no funcionan. Mark Perry, profesor de finanzas y economía de la empresa de la Universidad de Michigan-Flint, estima que más de la mitad de las previsiones económicas se basan en la intuición. "Con el tiempo, los economistas han comenzado a darse cuenta que la gente es impredecible".

6.-El PIB no es la medida de todo. El producto interior bruto de un país, que indica el crecimiento del país, no significa directamente que la economía sea saludable. Como ejemplo: en función sólo de este parámetro, la recesión en Estados Unidos se habría acabado en 2009. Pero la realidad contradice firmemente esta idea. En el caso de la tasa de desempleo ocurre algo similar. Las cifras cuentan a quienes buscan trabajo pero no contabilizan a los desalentados, es decir, aquellos que han perdido la confianza y se dan de baja en las listas.

7.- Los economistas a menudo son reactivos, es decir, reaccionan a los hechos consumados y por eso, a menudo, nos dicen lo que ya sabemos. MarketWatch plantea entonces, ¿son necesarios los economistas?

Cristina Jiménez Orgaz, ¿Son necesarios los economistas?, fronteraD,08/07/2013

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