Auschwitz, mite fonamental de l'Europa unida?
(la necesidad de mitificar) Los
hombres no paran de contarse historias, en apariencia para entretenerse los
unos a los otros, de hecho, sin embargo, para ir tejiendo, remendando y manteniendo
en buen estado la red de la mitología, conservando el mundo a través del
relato. Este discurso vivo existe aún en las esferas más elevadas; poco a poco,
sin embargo, se van acabando las historias y los hombres. Reina ya el silencio
aquí y allá, la contemplación pasiva de las imágenes de los medios, la
desorientación, el mutismo, las acciones absurdas, no motivadas por ninguna
mitología válida.
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(…) EL SECRETO de mi existencia es el deseo de amor y, al mismo tiempo, la
falta de amor. El vacío se desvela a raíz de algún que otro hecho minúsculo. La
forma de vida correcta –es decir, una que no me angustiara- sería la encaminada
única y exclusivamente hacia la escritura. Ello, sin embargo, exigiría una
soledad absoluta. La soledad me protegería de la angustia causada por el
secreto de mi existencia; en cambio, aparecerían entonces ciertos temores
concretos, por ejemplo, el miedo y la angustia debidos a la propia soledad.
Conclusión: no existe una solución. Conclusión: existe la solución, pero la
temo. Si consiguiera querer realmente la muerte, estaría a salvo de la
angustia. Pero supondría un esfuerzo psíquico que sólo podría realizarse en
soledad. Es de noche, una noche primaveral, y sé que mi existencia es un gran
regalo y que yo –como todo el mundo- lo estoy dilapidando.
Y eso que en la vejez es preciso vivir de manera concentrada. ¿O es
inevitable la disolución psíquica en la vejez?
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“LA EUROPA unida…” Pero ¿cuál sería su mito fundamental? Se ve con
claridad: no es casual que Auschwitz se convierta ahora en cuestión viva, en
fuente de las cuestiones vivas, después de que se derrumbara el imperio
soviético. El mito cristiano ya no vive. La imagen del ‘mal’, al que el mundo
occidental más o Unión Soviética. La gran negatividad frente a la cual pueda
erigirse el mito de la aspiración a un mundo más ético es sólo Auschwitz. Lo
que resulta característico políticamente, característico en lo que respecta a
la conciencia política general, es que Yugoslavia –su derrumbe inesperado y
total bajo el signo del odio, el hundimiento de ese territorio floreciente, el
trabajo completo de la locura- haya pasado a un segundo plano, haya quedado
casi relegado al olvido en medio de la frenética marcha de los acontecimientos.
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EN MI CARTA dirigida a X.Y. expongo lo siguiente: “Necesitamos el
conocimiento histórico, pero necesitamos también el miro, del que, sin embargo,
no disponemos. He partido del simple hecho de que en el mundo de la solución
final, en el universo concentracionario, todos los conceptos e ideas éticos de
nuestra cultura occidental (sic, de nuestra cultura occidental) se
extinguieron por completo, se apagaron. ¿Dónde ocurrió Auschwitz? ¿Rn el ámbito
de la cultura cristiana? ¿O en otra parte? ¿Y qué ámbito cultural encarará
Auschwitz, si es que llega a hacerlo? … De este modo he llegado, pues, a los
problemas fundamentales de la vitalidad y creatividad del hombre actual. Si en
el hombre moderno ha quedado una creatividad ética, ésta tendrá que nutrirse de
hechos completamente nuevos; no puede crearse una ética nueva a partir de la
ética anterior a Auschwitz. Es preciso volver a comenzar de cero. Si Auschwitz
actúa como un trauma en el mundo psíquico de las nuevas generaciones, éstas lo
encararán como un trauma, y entonces podrá conducir a una nueva creatividad en
todos los ámbitos, también el de la ética…”
Imre Kertész, Laberintos, apuntes de 1998, Babelia, El
País, 20/07/2013
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