Islam i democràcia.
Decía un asesor del presidente Mursi, Esam Hadad, en las
horas previas al golpe en Egipto, que el mensaje que los golpistas
lanzarían al mundo es el de que "la democracia no es para los
musulmanes". Y tanto que lo han lanzado, pues ha prendido rápidamente,
sobre todo por estos lares. Ayer era el tópico más extendido en la
calle, en las redes sociales y en tertulias de medio pelo: que los
musulmanes no están preparados para la democracia, que el Islam es
incompatible con un régimen democrático, y que esos pueblos están tan
acostumbrados a la tiranía que es inútil insistir en que vivan en un
régimen de libertades que no se hizo pensando en ellos. Algunos lo dicen
con todas las letras; en otros se adivina bajo los rodeos retóricos con
que justifican el golpe militar en Egipto.
La
democracia parlamentaria, ya se sabe, es una patente registrada por
ciertas elites estadounidenses y europeas. Ellas son las que tienen la
propiedad intelectual y autorizan o no su reproducción, obteniendo a
cambio un pago por sus derechos, claro, fijando las condiciones de
funcionamiento, y reservándose el derecho de adminisión.
En el caso de los países musulmanes, tan convencidas están esas elites
de que aquellos ciudadanos no están preparados para la democracia, que
se la niegan una y otra vez: apoyando regímenes tiránicos; patrocinando
ejércitos que controlan el país; haciendo la vista gorda ante los golpes
de Estado; quitando gobiernos elegidos si no se ajustan a lo esperado; o
en algunos casos concediendo la democracia pero en régimen de
franquicia, en modo “llave en mano”, con gobernantes teledirigidos y
manteniendo el control en la sombra, previo bombardeo y ocupación del
país para dejarlo en condiciones democráticas óptimas.
Ahora le tocó a Egipto. Hace un par de años el país parecía tan
preparado para la democracia que el ejército egipcio, amigo de esas
elites occidentales, apartó al dictador Mubarak, también amigo de esas
elites occidentales, y se hizo cargo de la puesta en marcha de la
franquicia. El plan salió mal, porque faltó que el pueblo eligiese un
gobierno igualmente amigo de esas elites, pero no pasa nada: lo
intentamos otra vez, a ver si esta vez votan como deben.
Los Hermanos Musulmanes no son demócratas, no hace falta que nos
expliquen más. Llamándose musulmanes está todo dicho, encaja en nuestros
prejuicios. Un golpe de Estado tampoco es democrático, vale. Pero
cuando esas elites ponen en su balanza moral un golpe de Estado en un
platillo, y unos musulmanes brutos en el otro, el fiel se equilibra. Por
eso nos dicen que este es un golpe democrático, ciudadano,
revolucionario y cualquier adjetivo que le quite hierro. Sí, han sido
los militares, y además suspenden la Constitución, y quitan un gobierno y
ponen otro, y detienen dirigentes políticos y cierran medios, y tutelan
el proceso resultante. Pero es un golpe de Estado contra musulmanes,
¿hace falta decir algo más?
A ver si los egipcios
tienen más suerte y en las próximas elecciones aciertan. Si hace falta,
no descartamos ilegalizar a los Hermanos Musulmanes, o ponerles
dificultades para ir a las elecciones, no sea que los egipcios se
equivoquen otra vez. Y es que no es nada fácil acertar: si en vez de a
los Hermanos, eligen un gobierno qué se yo, que le da por nacionalizar
recursos o cambiar el alineamiento internacional del país, otra vez
tendría que venir el Ejército a pulsar el “reset” y empezar de nuevo.
Nadie dijo que la democracia fuera fácil.
Los
musulmanes no son los únicos que no están preparados para esta
democracia. En Latinoamérica, por ejemplo, se han equivocado muchas
veces, y durante décadas ha habido que enderezarlos con dictaduras
militares, golpes de Estado, terror, operaciones desestabilizadoras y lo
que haga falta para que acierten. Todavía hoy algunos países se
equivocan y votan presidentes estrafalarios que pretenden volar por
encima de Europa sin pedir permiso.
También a los
ciudadanos europeos hay que meternos en vereda de vez en cuando, que nos
creemos que hemos nacido demócratas y qué va. Y no hablo solo del
pasado, de nuestras dictaduras y guerras recientes. Hoy mismo nuestra
competencia democrática es más bien dudosa, que estamos todo el día
pensando en derechos, igualdad, justicia y demás zarandajas. Por eso los
administradores del invento democrático nos lo están dosificando,
retirándonos soberanía y capacidad de decisión sobre las cosas
fundamentales, no sea que también nos equivoquemos.
Isaac Rosa, La democracia no es para los musulmanes, el diario.es, 04/07/2013
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