Humanització no és hominització.
La hominización como proceso no es como la humanización, pues aquélla
no tiene sentido direccional ni es previsible. En cambio, lo que aquí
estamos precisamente formulando es la dirección de la humanización como
constructor social controlado por la conciencia operativa.
La lógica de los descubrimientos en la evolución humana sería
imposible sin el reconocimiento de una teoría. Ésta nos sirve para poder
poner en su lugar los fósiles que encontramos y, a la vez, contrastar
su contundencia y eficacia. En este proceso no existen excepciones.
Refutar sirve para poder generar nuevos paradigmas que sean más
generales, pero también más explicativos y acordes con la progresión
social y cultural.
Como en un rompecabezas, las piezas van encajando y emerge la forma
que en principio es fragmentaria e irreconocible. La descomposición en
sus partes, gracias a los principios de la analítica de Aristóteles,
que después fue sofisticada por la evolución del pensamiento, permite
saber de qué se compone el todo aunque no sepamos como interactúa.
Precisamente, éste es el desafío que tiene la humanidad en construcción:
conocer el flujo de información y la calidad de la misma que está en
constante movimiento entre los diferentes nodos de la red de la
existencia de los organismos.
La analítica nos sirve para diferenciar las mallas y la sistémica
para conocer cómo ocurren las interacciones. Después necesitamos pensar
qué ocurre una vez estas estructuras sistémicas nos llevan hacia una o
otra parte. La observación y la experimentación nos orientan hacia la
interpretación y la inferencia. No puede haber otro camino, por ahora,
que no sea el método científico. Se ha demostrado históricamente que ha
hecho más éste para el progreso en los últimos 400 años que todos los
planteamientos metafísicos anteriores.
Esto no quiere decir que las preguntas no se hubieran formulado, como
ya hemos referido con anterioridad. Seguramente, la ciencia conectada
con la tecnología ha acabado por allanar el camino hacia un conocimiento
más preciso de la realidad. La razón y su lógica se han impuesto
gracias a los descubrimientos producidos por la voluntad humana de
conocer y los métodos que lo han hecho posible. Pienso que no se puede
objetar mucho sobre esto.
A lo largo de la historia de nuestra humanidad, el salto exponencial
desde la revolución industrial y el salto quántico debido a la
revolución científico-técnica aún no dejan de acomplejarnos. Cuando nos
ponemos a analizar qué es lo que ha ocurrido durante los 200 últimos
años, y sobretodo en los 20 últimos, no hay duda que algo importante ha
roto la parsimonia que aseguraba la continuidad natural del sistema.
Eudald Carbonell, Deseando conocer el pasado (8), Sapiens, 07/07/2013
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