La cosa en si i la voluntat (Schopenhauer)
Schopenhauer describió el enigma del mundo descifrando dos de las cuestiones con más importancia en la tradición filosófica: la cosa en sí de Kant y la idea a la que se refirió Platón.
Acerca de la cosa en sí, Kant argumentó que era enteramente desconocida, pues se encuentra fuera de los límites del conocimiento humano. Empero, lo que Kant demostró con suficiencia fue que debía existir algo que precediera a todas las cosas u objetos que observamos en la realidad. El ser humano solo puede conocer fenómenos, pero no noúmenos (cosas en sí mismas). En este sentido, el ser humano estaría condenado a no poder descifrar el enigma del mundo. No fue sino hasta que llegó Schopenhauer e identificó a la cosa en sí de Kant llamándola voluntad.
Luego, Schopenhauer catalogó a la materia como a posteriori, o sea, como fenómeno. En cambio, puso a la cosa en sí, es decir, a la voluntad como lo verdaderamente a priori. Ahora bien, ¿qué características tiene la voluntad como para haber llamado de esa manera a la cosa en sí? Fundamentalmente, deseo. La voluntad es todo aquello que hace que el mundo exista como es. En definitiva, se trata de una volición incesante, aunque carente de conocimiento.
Schopenhauer llega a esta conclusión debido a lo que observa en el mundo y sus representaciones fenoménicas. Por ejemplo, para que los organismos vivos puedan subsistir, se tienen que alimentar de otros seres semejantes. Para este pensador, la cadena alimenticia es repugnante, pero da cuenta de que a la voluntad únicamente le interesa reproducirse y seguir deseando. Para ello, emplea dos herramientas principales: el instinto de supervivencia y el instinto de reproducción.
Llama la atención la forma en que el filósofo redacta sus consideraciones acerca del amor, declarando que toda cuestión sentimental se deriva de estos dos instintos y el fin último es la procreación. Por eso, las personas y la mayoría de los animales están dispuestos a dar la vida por su descendencia, pues es la parte que dejarán en la Tierra cuando perezcan.
Asimismo, Schopenhauer argumenta que la materia no puede ser la cosa en sí por más que lo aparente, pues conocemos los órganos del cuerpo, así como su fisiología, pero en el núcleo más íntimo de cada ser se esconde una voluntad que es deseo puro y que solo es identificable por las acciones inmutables de los entes. La voluntad constituiría entonces lo que fue, lo que es y lo que siempre será. Claramente, la voluntad permanece invisible como cosa en sí, por lo que, ninguna ciencia puede estudiarla salvo la filosofía, pues ella se enfoca en los primeros principios de la existencia. Por lo tanto, a la voluntad, solo se le puede identificar con lo que conocemos coloquialmente como fuerzas de la naturaleza. Así, no solo se manifiesta en los organismos vivos, sino en la materia inorgánica y todo lo no sensible. Esto último explicaría el porqué de los planetas, la gravedad y el universo.
En contraparte, el intelecto es lo único capaz de contrarrestar el deseo irracional de la voluntad, por eso es el ser humano el único capaz de negarla. Esto, a su vez sería la negación de la voluntad de vivir por medio de la razón. Así, se explicaría el actuar de los santos y los mártires, que han dejado a un lado riquezas, gloria y poder. Tal como enseñaría el cristianismo: aprender a negar la propia naturaleza y cargar la cruz. Schopenhauer defendió que el fin último de la vida terrenal es darse cuenta de que el mundo no vale la pena.
Por otra parte, a la idea platónica la identificó como grados de representatividad de la cosa en sí en el mundo fenoménico. Al respecto, Platón pensó el mundo de las ideas como aquello perfecto e inmutable, en contraste con el mundo físico en el que solo existen las sombras de lo impoluto. Schopenhauer consideró que Platón se refería a la forma de representación de la voluntad en sus estados más elevados. Por ello, solo los genios y los artistas podían conocer las formas excelentes de manera abstracta y comunicarlas de manera relativa por medio de sus obras. Esto explicaría el motivo de por qué hay tan pocos artistas y filósofos con relación al resto de profesiones, pues este pensador clasificaba a la filosofía como una combinación de ciencia y arte, ya que, mientras el arte explica el mundo de manera abstracta, la filosofía lo hace por medio de conceptos.
Héctor Hernández Álvarez, Schopenhauer, el hombre que describió el enigma del mundo, ethic.es 13/06/2025

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