Senilitat i el decliu de la civilizació occidental.
Ningún pensador político ni científico social previó lo que está sucediendo en la tercera década del siglo XXI. Solo escritores distópicos como Philip Dick, Norman Spinrad, George Ballard, Liu Cixin, Sakaya Murata y Octavia Butler vislumbraron nuestro presente.
Echemos un vistazo al panorama global: la razón es reemplazada por la fuerza, la justicia social es despreciada como una intrusión aberrante en la libertad individual, la ferocidad de la competencia sustituye a la ley: quienes no están a la altura de la ferocidad solo merecen ser esclavos o morir. Como dice Thomas Wade en la novela de Liu Cixin Bosque Oscuro: “Si perdemos nuestra humanidad, perdemos algo; si perdemos nuestra bestialidad, lo perdemos todo”.
Tras el genocidio que Israel ha desatado contra el pueblo palestino, tras el pogromo lanzado por Hamás el 7 de octubre de 2023, la brutalidad ha estallado por doquier, convirtiéndose en la norma general de la vida social.
La deportación masiva de migrantes, el rechazo sistemático de quienes buscan asilo, el genocidio generalizado en la frontera entre el Norte y el Sur del mundo: por todas partes, la brutalidad se extiende con una ferocidad que ningún científico social o político había previsto jamás.
¿Será el fin del mundo? Sí y no: el mundo humano continuará gracias al autómata cognitivo que hemos construido y que estamos construyendo. Desde el punto de vista de la evolución, el autómata es el ganador porque no conoce el dolor, el placer, la sensibilidad y, sobre todo, el pensamiento. Su trabajo consiste en recombinar fragmentos lingüísticos destinados a la acumulación de capital. Es una simulación (casi perfecta, nunca perfecta) del pensamiento: inteligencia emancipada de la consciencia.
Para mejorar la productividad de la inteligencia, la economía cognitiva está reemplazando la mente humana con autómatas inteligentes, libres de la carga de la consciencia; en consecuencia, la actividad mental es reemplazada por inteligencia automatizada. Mientras el caos se traga la vida consciente, solo los automatismos tecnolingüísticos posibilitan la producción y la participación social.
Los autómatas están tomando la delantera: la conjunción consciente es reemplazada por la conexión.
La espiral de caos y automatización se perfila como la tendencia general del siglo. Los organismos sintientes pueden desaparecer a medida que el juego planetario está básicamente regido por entidades inteligentes inmunes a la consciencia y al dolor.
“Basta con un poco de orden para protegernos del caos. Nada es más angustioso que un pensamiento que se escapa, que las ideas que se escapan, que desaparecen apenas formadas, ya erosionadas por el olvido o precipitadas en otras que ya no dominamos”. (Deleuze Guattari: ¿Qué es la filosofía?, pág. 201).
“(…) No solo las desconexiones y desintegraciones objetivas, sino un inmenso cansancio, resultan en sensaciones, que ahora se han vuelto confusas, dejando escapar los elementos y vibraciones que cada vez le resulta más difícil contraer. La vejez es este mismo cansancio: entonces, hay o bien una caída en el caos mental fuera del plano de la composición o bien un repliegue en opiniones prefabricadas, en clichés”. (Ibi, pág. 214).
Que yo sepa, no hay mejor descripción de la senilidad que esta. El cerebro individual se enfrenta a dos alternativas: o bien caer en el caos mental, o bien aceptar la opinión dominante, cerrando la mente y aferrándose a una identidad fija.
Desde finales del siglo XX, tras la prolongación de la esperanza de vida y la disminución de la natalidad, se ha producido una repentina reversión de la aceleración demográfica previa, y la proporción de personas mayores en la población general ha aumentado.
El caos no existe ahí fuera. No es una entidad física, sino una relación entre la mente en decadencia y un umwelt [entorno] acelerado.
El caos es la relación entre la intensidad y la velocidad de los estímulos neuronales a los que se expone el cerebro y el tiempo disponible para la elaboración de la información neuronal. Cuanto más rápido sea el flujo de estímulos informativos –imágenes, sonidos, palabras–, menos tiempo tendremos para la elaboración emocional y racional del propio flujo.
El caos es simplemente la proyección de este tipo de senilidad en el orden mundial. El efecto de esta caotización es el colapso y la desintegración de la civilización occidental.
La noción de Occidente tiene una doble vertiente mitopoyética: la frontera, la expansión, la tensión hacia una superación perpetua. Pero hay un segundo estrato mitológico incrustado en la noción de Occidente: el lado oscuro de la autopercepción occidental es la metáfora, tierra del declive.
Los tiempos modernos estuvieron marcados por la energía juvenil y agresiva de los conquistadores y civilizadores blancos. La cultura del siglo XX entonó un canto triunfal a la velocidad, al futuro y a la guerra. En ese período, la aceleración demográfica dio lugar a un panorama social repleto de jóvenes: jóvenes trabajadores listos para la explotación, pero también para la revolución. Jóvenes soldados listos para luchas patrióticas y aventuras coloniales. El fascismo fue la expresión de estas multitudes jóvenes, lideradas por jóvenes líderes agresivos.El panorama ha cambiado drásticamente, lleno de ancianos en sillas de ruedas, empujados por cuidadores ucranianas y rumanas deprimidas de cuarenta años que hablan por teléfono con sus maridos alcohólicos que viven a cinco mil kilómetros de distancia.
Fluctuando entre el pánico y la depresión, obsesionada por la soledad y la humillación, la cultura blanca es incapaz de lidiar con el agotamiento: por eso ha regresado el suprematismo blanco. La agresividad es una terapia para la depresión, pero una terapia peligrosa. Es patética, pero también peligrosa, porque la agresividad de los ancianos occidentales se apoya en armas hiperpoderosas.
El sucedáneo tecnológico debe compensar la caída de la energía psicosexual, y también de la energía productiva.
La demencia agresiva no ayudará a afrontar el colapso climático ni la desintegración geopolítica. Mediante el genocidio y la huelga de natalidad, la humanidad está organizando una autoterminación.
Sin embargo, no es el fin del mundo, porque el autómata cognitivo global está en ascenso.
Mientras tanto, en el mundo real, la tasa de natalidad está disminuyendo en casi todo el mundo y la población mundial está entrando en una fase de senilidad. Esta tendencia tiene causas biológicas, ambientales y culturales, pero el rechazo femenino a la procreación es la más interesante. En la última década, aproximadamente, muchas autoras están produciendo novelas y películas en las que se está configurando una poética de sordidez terminal, vinculada a la perspectiva de suspender la reproducción de la humanidad.
La extinción de la raza humana es un escenario verosímil para este siglo, pero simultáneamente, las máquinas inteligentes toman el mando en el quehacer cotidiano de la inercia. El caos y el autómata. La sordidez y el ajetreo sin vida.
La mutación digital del entorno ha transformado la relación entre la autopercepción, la proyección del mundo de la experiencia, la concepción y la ejecución del acto: la actividad cognitiva de quienes han sido formateados por el autómata lingüístico conectivo tiende a percibir su propio cuerpo de forma disfórica y a proyectar un mundo fantasmático. La relación entre la concepción y la ejecución del acto se contrae porque el circuito de procesamiento mental que conduce al acto se acelera por la estimulación neuronal ininterrumpida.
En escuelas de todo el mundo, los psiquiatras diagnostican el trastorno por déficit de atención. Un diagnóstico que simplemente señala un trastorno, pero no comprende su contexto, su génesis ni su posible evolución.
¿Deberíamos hablar de psicopatía o de mutación cognitiva?
No sé si los seres humanos se están volviendo cada vez más estúpidos mientras los chatbots aprenden a pensar por sí mismos. Sin duda, se perderá cierta capacidad intelectual, ya que podemos dejarla en manos de la máquina lingüística. Y la consciencia, la capacidad de tomar decisiones éticas y estéticas, parece destinada a ser evacuada en la búsqueda de la optimización de la inteligencia.
Esta evacuación de la consciencia podría ser resultado del proceso de alineación.
Las tecnocorporaciones, cuyo negocio es esencialmente la gestión de la mente, han debatido sobre la alineación en los últimos años.
Dicen que la máquina lingüística debe alinearse con los valores humanos (difíciles de identificar con exactitud y probablemente inexistentes). Pero creo que lo contrario es cierto: la mente humana se ha visto obligada a alinearse con el ritmo de la máquina cognitiva que se expande en todos los ámbitos de la creación y el intercambio. Las mentes de la generación joven se han formateado en el entorno digital, de modo que su reactividad cognitiva se ha modelado según patrones que nada tienen que ver con la discriminación crítica y la conciencia ética.
En la lucha por la supervivencia ambiental, la evacuación de la conciencia potencia la potencia competitiva de la inteligencia.
En términos de competencia, el juicio ético es una pérdida de tiempo, y la evacuación del pensamiento es la culminación del proceso que finalmente limpia el planeta de lo imperfecto.
En octubre de 2024, Paul Graham comentó sobre la pérdida de la capacidad de escritura en los humanos.
Parte de la consideración de que el autómata inteligente realiza cada vez más el trabajo de escribir por nosotros.
¿Qué deberíamos esperar de este reemplazo de la capacidad de escribir?
Según Platón, la escritura estaba destinada a borrar la memoria de la mente humana. Ocurrió, en efecto, pero solo de forma limitada: la escritura transformó la memoria, no la borró.
Pero ahora las máquinas no solo son capaces de reemplazar la escritura, sino también el razonamiento. De hecho, la escritura permite la organización lógica del pensamiento. Perder la capacidad de escribir (algo que está sucediendo a gran escala) significa perder la capacidad de pensar de forma crítica y lógica.
Si se me permite un poco de ironía puedo concluir de esta manera: si la población humana está entrando en una fase de envejecimiento y embrutecimiento, si va a desaparecer, no hay que alarmarse.
El planeta será gobernado por los herederos perfeccionados de la humanidad: libres del peso de la conciencia ética y la sensibilidad, libres del dolor y el placer, autómatas inteligentes y despiadados realizarán el trabajo inútil de producir y reproducir la eternidad del capital.
Franco "Bifo" Berardi, La espiral de caos y automatización, ctxt 16/06/2025

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