La metàfora de la llum.
La asociamos a todo lo relacionado con la seguridad, la inteligencia, la paz, la esperanza, la pureza, el optimismo, el amor, la felicidad, la diversión, la frivolidad. A todo lo bueno. Tomadas en conjunto, estas pequeñas equivalencias conforman la metáfora de la luz, que sostiene esta es preferible a la penumbra, que el sol es más alegre que las nubes y que los estados de ánimo radiantes son superiores a los sombríos.
Los filósofos llevamos casi dos mil quinientos años pensando en la luz y en la oscuridad como metáforas del conocimiento y la ignorancia, el bien y el mal. Platón sugirió este emparejamiento en la República a través del personaje de Sócrates, que les cuenta a sus amigos una historia sobre un grupo de prisioneros que están encerrados contra su voluntad en una cueva y que no tienen ni idea de que el sol está justo afuera.
En cualquier caso, a estas alturas ya estamos de acuerdo en que Platón nos está diciendo algo. Cree que estamos todos cautivos y que hay algo que hemos entendido terriblemente mal. Pero no sabemos qué es ni cuánto tiempo de nuestra vida llevamos creyéndolo.
La historia tiene un final más o menos feliz: a uno de los prisioneros le quitan las cadenas y después lo sacan por fuerza de la caverna. Arrojan su cuerpo a la luz del día, bajo la que se ve obligado a hundir los ojos en la parte interna del codo de inmediato. Durante semanas, es incapaz de reconocer nada a la luz del sol, salvo aquello que le resulta conocido, como las sombras en el suelo y los reflejos en el lago. Es ciego hasta que llega el ocaso, momento en el que empieza a ver con claridad los árboles de la ribera.
Tras un largo período de tiempo, nuestro héroe empieza a aclimatarse a la luz. Cuando se le adaptan los ojos, es capaz de distinguir los árboles de verdad.
La interpretación de la caverna de Platón que hacen mis alumnos es una de las más típicas: el sol salva. Mis alumnos religiosos creen que el sol es Dios; los ateos prefieren llamarlo verdad. Al menos todos estamos de acuerdo en que lo que permite que el prisionero liberado vea realmente el mundo es el sol. Alguien compara la aclimatación al sol con la educación. Es un proceso de arrastrarse desde la ignorancia hacia la verdad, desde la oscuridad hacia la luz. Por mucho daño que el sol le haga al principio, reconocen los alumnos, al final salva al prisionero. Todos nos sentimos identificados. A nosotros también nos han enseñado a caminar bajo la luz.
Después de Platón, la metáfora de la luz cobró verdadero auge. Jesús se autodenominó la luz del mundo. Copérnico declaró que la Tierra (y todo lo demás) gira alrededor del Sol. La luz se convirtió en nuestra salvadora y la oscuridad se hundió bajo el peso de sus prosaicos atributos. La oscuridad fue denigrada (literalmente, «ennegrecida») y vilipendiada de tal manera que ocupó su lugar en la filosofía, la religión y la historia como algo aterrador, feo, ignorante y pecaminoso. «Siento que estoy en un punto muy oscuro de mi vida.» «No veo la luz en esta situación.» «No quiero volver a verlo todo negro.» La metáfora de la luz insiste sin cesar en que la oscuridad es fea, negativa, miserable.
Mariana Alessandri, Visión nocturna, Badalona, Ediciones Koan 2024
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