Els aventatges del desacord.
¿En qué consistiría entonces el poder de las democracias frente a la supuesta eficacia autoritaria? ¿Y si la fuerza de la democracia se debiera a su capacidad de proteger la crítica, incluida la crítica hacia sí misma? La cantinela de que las democracias son impotentes culpabiliza de ello al desacuerdo. El sabio Spinoza, en cambio, situaba su poder en la falta de unanimidad. Mientras que las tiranías son arbitrarias y cambiantes, en una democracia “lo absurdo es menos temible, ya que es casi imposible que la mayoría de los hombres se pongan de acuerdo en una única y misma absurdidad”. Spinoza no ignoraba los errores humanos; advertía simplemente que en una sociedad plural es más difícil cometerlos que en aquellas en las que el pluralismo hubiera podido ser suprimido. El desacuerdo tiene muchos inconvenientes, pero al menos impide la obstinación en el error. Aun suponiendo que las democracias y los autoritarismos tengan las mismas posibilidades de equivocarse, es mejor equivocarse en una democracia porque en ella —debido al carácter controvertido de la opinión pública y a su régimen competitivo— es más fácil y más rápido abandonar el error (o que te obliguen a abandonarlo). La democracia es un sistema político en el que se pueden efectuar procesos de aprendizaje abiertos, alimentados por una crítica razonada a las autoridades y a sus errores, de manera que es siempre posible corregirlos e incluso sustituir a quienes los cometieron. El poder de la democracia es su capacidad de aprender.
Daniel Innerarity, El poder democràtico, El País 03/12/2020
Comentaris