Text 301: Jean-Luc Nancy, Un virus demasiado humano
Las pandemias de antaño podían ser consideradas como castigos divinos, así como la enfermedad en general durante largo tiempo fue exógena al cuerpo social. Hoy, la mayor parte de las enfermedades es endógena, producida por nuestras condiciones de vida, de alimentación y de intoxicación. Lo que era divino se ha vuelto humano, demasiado humano, como dice Nietzsche. La modernidad estuvo largo tiempo bajo el signo de la frase de Pascal: “el hombre supera infinitamente al hombre”. Pero se supera “demasiado” —es decir, sin elevarse ya a lo divino pascaliano—, así que no se supera en absoluto. Más bien se enreda en una humanidad superada por los acontecimientos y las situaciones que produjo.
Ahora bien, el virus atestigua
la ausencia de lo divino, puesto que conocemos su complexión biológica. Descubrimos
incluso hasta qué punto lo viviente es más complejo y menos comprensible de
como lo representábamos. Hasta qué punto también el ejercicio del poder
político —el de un pueblo, el de una supuesta “comunidad”, por ejemplo
“europea”, o el de regímenes violentos— es otra forma de complejidad también
ella menos comprensible de lo que parece. Comprendemos mejor hasta qué punto el
término “biopolítica” es irrisorio en estas condiciones: la vida y la política
nos desafían juntos. Nuestro saber científico nos expone a no ser tributarios
más que de nuestro propio poder técnico, pero no hay tecnicidad lisa y llana,
porque el saber mismo implica sus incertidumbres (basta con leer los estudios
que se publican). Como el poder técnico no es unívoco, cuánto menos puede serlo
un poder político que supuestamente responde a la vez a datos objetivos y a
expectativas legítimas.
Por supuesto, de todos modos
es una objetividad presunta la que debe guiar las decisiones. Si esa
objetividad es la del “confinamiento” o del “distanciamiento”, ¿hasta qué grado
de autoridad hay que ir para hacerla respetar? Y por supuesto, en sentido
inverso, ¿dónde comienza la arbitrariedad interesada de un gobierno que quiere
—no es más que un ejemplo entre muchos otros— preservar unos Juegos Olímpicos de
los que espera diversos beneficios, expectativa compartida por muchas empresas
y representantes de los cuales el gobierno es en parte el instrumento? ¿O bien
el de un gobierno que aprovecha la ocasión para avivar un nacionalismo?
La
lupa viral aumenta los rasgos de nuestras contradicciones y nuestros límites.
Es un principio de realidad que golpea la puerta del principio de placer. La
muerte lo acompaña. Ella que habíamos exportado con las guerras, las hambrunas
y las devastaciones, ella que pensábamos confinada a algunos otros virus y a
los cánceres (estos últimos en expansión casi viral), de pronto nos acecha en
la esquina. ¡Vaya! Somos humanos, bípedos sin plumas dotados de lenguaje, pero
con seguridad ni sobrehumanos ni transhumanos. ¿Demasiado humanos? O bien, ¿no
habrá que comprender que jamás se lo puede ser?
https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/jean-luc-nancy-virus-demasiado-humano_0_qlPDCJlYD.html
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