El difícil equilibri entre democràcia i liberalisme.
Se sostiene en El futuro de la libertad de Fareed Zakaria que la extensión de la democracia a lo largo del siglo pasado amenaza la estabilidad de unos sistemas políticos cuyo fundamento liberal es demasiado a menudo minusvalorado, tal vez a causa de su misma e invisible permanencia. Para Zakaria, lo que ha distinguido históricamente a los Estados occidentales no ha sido la democracia, sino el liberalismo: aquélla no es el elemento principal del sistema liberal, sino que es y ha sido históricamente un elemento más dentro de una compleja estructura política: «El mejor símbolo del "modelo occidental de gobierno" no es el plebiscito de las masas sino el juez imparcial» (pág. 19). En ese sentido, la contribución e influencia de la Roma republicana en la configuración de nuestras instituciones debe ser subrayada, frente a la idealizada ascendencia griega. Para ilustrar estas tesis, el autor realiza un recorrido por lo que algo pomposamente llama historia de la libertad, que habría surgido en Europa de un conjunto de luchas por el poder que implican al Estado, a los señores feudales y a la Iglesia, y que encuentra en el desarrollo del capitalismo y en el surgimiento de la burguesía su catalizador definitivo. Y, ciertamente, a estas alturas parece que la verdadera clase revolucionaria ha sido la burguesía, esa clase media que el autor justamente destaca, de acuerdo con Tocqueville y Marx, como esencial para la aparición y la salud de una democracia que el autor alemán, sin embargo, despreciaba profundamente: ya ha dejado dicho Tom Wolfe que no hay nada tan burgués como el miedo a parecerlo. En este sentido, el núcleo de las fricciones entre el liberalismo constitucional y la democracia es simple: mientras el primero trata de la limitación del poder, la segunda trata de su acumulación y empleo. De ahí que muchos liberales de los siglos XVIII y XIX vieran la democracia como una posible amenaza a la libertad: frente a ella, la democracia republicana y representativa ofrecía un equilibrio perfecto entre el control popular y el proceso deliberativo de toma de decisiones. Para Zakaria, este equilibrio ha terminado rompiéndose en favor de la democracia y en detrimento del liberalismo, a lo largo de un proceso que ha transformado, gradual y acaso subterráneamente, nuestros sistemas políticos.
Manuel Arias Maldonado, La democracia contra a libertad, Revista de Libros 01/08/2004
Comentaris