Creativitat i treball en el capitalisme actual.
El mundo del trabajo ya no es lo que era. Si antes predominaban los astilleros, las minas, las fábricas, grandes empresas paternalistas (y muchas veces públicas), ahora, cuando todo esto se ha externalizado a países con salarios más bajos y menos derechos laborales, lo que se impone aquí son los empleos en el sector servicios, en las nuevas tecnologías, en las llamadas industrias culturales y/o creativas. Y en el turismo, claro.
En este modelo post-fordista, los empleos ya no son para toda la vida, sino que nos dicen que hemos de ser flexibles para cambiar de ocupación y hasta para cambiar de país cuando sea necesario. Abundan los autónomos, los sindicatos pierden afiliación e influencia, el trabajador ha perdido derechos paulatinamente y se enfrenta en solitario a la empresa (si es que se enfrenta) y, para colmo, nos llenan la cabeza de pensamientos positivos y exhortaciones a la autosuperación: ve más allá de tus límites, no hay nada imposible, emprende, sal de tu zona de confort, mantente conectado 24/7, compite, sé creativo. Es el estilo del trabajo en la economía neoliberal.
Sobre estos asuntos candentes van apareciendo algunos libros interesantes. Uno de ellos es Poder y sacrificio (Siglo XXI), de Luis Enrique Alonso y Carlos J. Fernández Rodríguez. En sus páginas estos profesores de la Universidad Autónoma de Madrid narran cómo las nuevas ideas del management y del discurso gerencial (es decir, el de las élites que manejan las empresas) han ido calando en la política y la sociedad al completo, más allá de las ideologías, como un nuevo “sentido común”.
Si antes trataba de mantenerse la estabilidad laboral, el reconocimiento de los sindicatos, la negociación colectiva y, en fin, el Estado Social, se ha virado “cada vez más radicalmente a una apelación constante al riesgo, la individualización, el cálculo personal, la naturalización de la inseguridad y el darwinismo social disimulado bajo todos los lenguajes tecnológicos, políticos y psicológicos”, escriben los autores. Toda la responsabilidad y decisión se pone en manos del mercado, el trabajador está atomizado, lo colectivo no existe: sálvese quien pueda.
Según se explica, la apelación a la psicología de la creatividad, a los valores de la emocionalidad y al coaching (esa forma de hacernos tragar lo que nos quieran hacer tragar) va en aumento, al tiempo que se desinstitucionalizan las relaciones laborales y se insta a las personas a convertirse en líderes y lograr la felicidad sin freno. Entre mindfulness, design thinkin y pensamiento intuitivo, no existe el conflicto.
Sergio C. Fanjul, Emprende, sal de la zona de confort: así te come la olla el capitalismo afectivo, el asombrario.com 06/06/2018
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