Principi de relacions de força (Raffaele Simone).
Durante el crecimiento se descubre que las personas no deben ser tratadas en función de su supuesta igualdad, sino en función de su "peso" (de su fuerza física, de su riqueza, de su poder ...), es decir del grado y del tipo de predominio que pueden tener sobre nosotros. De ese modo, la diversidad se transforma en un criterio de superioridad. Este ya no es un dato sobre un hecho sino un juicio, que transforma en valor el duro dato de la diversidad. Está en el origen de una variedad de lugares comunes y de opiniones genéricas, como la de que "el más fuerte es el que manda" (en el sentido amplio del término; la fuerza no es solamente física). Esta actitud puede presentarse incluso cargando las tintas en el lamentable fenómeno del acoso (entre jóvenes y hasta en los niños), notables en todos los países adelantados. El niño advierte y practica esa concepción de modo espontáneo, sin que nadie tenga que enseñársela.
Descubrir que la diversidad de las personas alcanza niveles tan radicales es desconcertante. Una típica reacción a ese descubrimiento consiste en intentar compensar la desigualdad. Entonces se crea en algunos la necesidad de "convertirse en alguien" (según la banal fórmula americana) y salvarse del riesgo de "no ser nadie": es decir la necesidad de distinción. Desde cierto punto de vista, la formación del ser humano en la fase entre la infancia y la adolescencia coincide en gran parte con el terrible esfuerzo de distinguirse, que para muchos no tiene éxito. (53-54).
Raffaele Simone, El Hada Democrática. Cómo la democracia fracasa, Taurus, Barna 2016
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