El tema de la vida sobirana en la filosofia antiga (Michel Foucault).
El tema de la vida soberana es otro tema tradicional,
habitual. En su forma tradicional, me parece, el tema de la vida soberana, es
decir, de la vida dueña de sí misma, superior a cualquier otra, se caracteriza
en general por dos rasgos principales. Primero, en la filosofía antigua, la
vida soberana es por lo común una vida que tiende al establecimiento de una
relación consigo mismo que es del orden del goce, en los dos sentidos de la
palabra: a la vez como posesión y como placer. La vida soberana es una vida en
posesión de sí misma, una vida en la que ningún fragmento, ningún elemento
escapa al ejercicio de su poder y su soberanía sobre sí misma. Ser soberano es
ante todo ser propio, pertenecerse. (…)
Esta relación de goce como posesión es también una
relación de goce como placer. En la vida soberana uno se complace, se regocija
consigo mismo, encuentra en sí los principios y fundamentos de la verdadera
voluptuosidad, no la del cuerpo, no la dependiente de los objetos exteriores,
sino la que uno puede poseer indefinidamente sin quedar jamás privado de ella.
(…)
Pero –y aquí nos referimos a otros aspecto también muy
importante en el tema general de la vida soberana en la Antigüedad-, habida
cuenta y debido al hecho mismo de que es relación consigo mismo y goce de sí
misma, la vida soberana funda igualmente o se abre a un vínculo con el otro y
con los otros. La vida soberana es una vida benéfica, y ese vínculo con los
otros, arraigado en la relación de posesión, goce y placer consigo mismo, puede
adoptar dos formas. Puede ser un vínculo de tipo personal, de dirección, de
socorro espiritual, de ayuda: es la dirección, el socorro, la ayuda, el apoyo
que se puede dar a un alumno que viene a escuchar clase. (…)
Pero además es útil y benéfica para los otros en este
aspecto: en cuanto es por sí misma una especie de lección, una lección de
alcance universal que se da el género humano por la manera misma como se vive y
como, muy ostensiblemente, a los ojos de todos, se lleva esa vida. El sabio,
que vive la vida soberana, puede y va a ser útil al género humano por el ejemplo
que propone, por los textos que escribe. (…)
Lo interesante de estos temas acerca de la soberanía del
sabio y su carácter benéfico es que esa relación con el otro, relación de
consejo, de ayuda, de aliento, de ejemplo, es sin duda del orden de la
obligación y no podría sustraerse a ésta. (…) El mismo acto fundacional de toma
de posesión de sí mismo va a darme, por una parte, el goce de mí mismo, y (por
otra), va a permitirme ser útil a los otros cuando padezcan apuros o desdichas.
(282-286)
Clase del 21 de
marzo de 1984. Primera hora.
Michel Foucault, El coraje de la verdad, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires
2010
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