Contra el relativisme ètic de Protàgores.
Sócrates, por su parte, critica que la postura de Protágoras, al negar hechos morales objetivos, carece de estándares universales para orientar las decisiones políticas. Para Sócrates, esta ausencia de estándares objetivos es una "gran carencia" porque Protágoras solo puede resolver parcialmente los desacuerdos morales basándose en criterios pragmáticos, como la utilidad o el beneficio, que no satisfacen la necesidad de una guía ética absoluta. Sócrates defiende el "intelectualismo ético", la idea de que la virtud es conocimiento. Según esta visión, una persona que conoce verdaderamente lo bueno actuará de acuerdo con ese conocimiento, sin ser desviada por pasiones o deseos. Sócrates sostiene asimismo que existe un conocimiento moral que puede orientar tanto las decisiones personales como las políticas, lo que desafía la negación de Protágoras de cualquier verdad moral objetiva; y no sólo eso sino que argumenta que el conocimiento moral es accesible a través de la investigación filosófica, en oposición a la visión de Protágoras de que las verdades son relativas a los individuos o comunidades. Para Sócrates, la filosofía puede descubrir principios morales que trascienden las opiniones subjetivas, ofreciendo una base para evaluar la justicia y la bondad de las acciones políticas.
Por último, Platón, como realista ético y cognitivista, va en la línea de Sócrates y sostiene que existen hechos morales objetivos en forma de las "Formas" (o Ideas) de lo Bueno y lo Justo, que residen en una "región inteligible" separada del mundo sensible. Según la República, todo lo que es bueno o justo participa de estas Formas, y los filósofos, tras una larga educación, pueden acceder a ellas mediante la inteligencia (nous). Platón basa su filosofía política en convicciones religiosas y teológicas, considerando la Forma del Bien como una deidad suprema y afirmando que "Dios es la medida de todas las cosas", en directa oposición a la máxima de Protágoras de que "el hombre es la medida”. Manuel Knoll argumenta que esta teología platónica permite a Platón explicar la existencia de una realidad moral objetiva, mientras que el escepticismo y agnosticismo de Protágoras lo llevan a rechazarla. Platón propone que los filósofos, al conocer las Formas, pueden discernir un "paradigma divino" de un orden político justo y bueno. Este paradigma solo puede realizarse si los filósofos gobiernan o los gobernantes se vuelven filósofos. Knoll destaca que esta visión choca con el relativismo de Protágoras, quien no reconoce estándares divinos o superiores para guiar la política.
Bueno, vistas las posturas de estos tres filósofos, ¿qué es lo que tenemos? Pues tenemos lo que se llama “un desacuerdo profundo”: un desacuerdo de buena fe que no puede resolverse mediante razones y argumentos debido a principios subyacentes incompatibles. Mientras que la filosofía política de Platón se basa en el realismo ético, el cognitivismo y una teología que postula una realidad moral objetiva, la de Protágoras descansa en el escepticismo, el relativismo y el agnosticismo, que niegan cualquier estándar moral universal. Sócrates y Platón ven estas posiciones como insuficientes para proporcionar una orientación ética adecuada en la política, ya que el relativismo de Protágoras no ofrece una base sólida para resolver conflictos morales o establecer leyes justas. Este “desacuerdo profundo” persiste en la actualidad. En el lenguaje filosófico contemporáneo, el desacuerdo entre Platón y Protágoras es una disputa entre un realista ético y un antirrealista. Además, es una disputa entre un filósofo que cree en la posibilidad del conocimiento moral (sobre lo bueno y la justicia) y otro que no. Tales desacuerdos están en el centro de los argumentos metaéticos contemporáneos. Como vemos, los participantes están lejos de superar su disenso y alcanzar un consenso. Esto lleva a la conclusión de que tales desacuerdos son desacuerdos profundos.
Pablo Malo, Moral y Geopolítica, Pablo's Substack 21/06/2025

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