Diàleg entre desiguals.
... la arquitectura comunicativa de nuestras sociedades nos aísla cada vez más en nichos o burbujas, agrupados como bolas de billar; lejos de persuadirnos, reconocernos e interactuar, chocamos frontalmente o rodamos en el gran tablero cada una por nuestro lado. Perdemos así eso que Rorty llamaba “el poder de conversar y tolerar, de considerar las posturas de otra gente”. Y es esto, antes que cualquier idea de interés nacional, lo que hace posible construir un mundo común. Y por eso hemos de elogiar lo distinto, aunque compartir nos exponga y nos sintamos incompletos. Porque sin diferencias, no habrá nada que compartir.
Máriam Martínez-Bascuñán, Elogio de la diferencia, El País 30/12/2018
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