Finalmente, por presiones de
Heidegger, Hannah "se obliga" (como el primer soldado del Tercer Reich, Albert Leo Schlageter) a marcharse a otra Universidad, recomendada por Heidegger a otro mandarín del existencialismo:
Karl Jaspers. Se las arreglará para seguir con encuentros furtivos y cada vez más fugaces. Como el funcionario Klamm, en "El Castillo" de Kafka, dispone a voluntad de Frieda. Con
Jaspers desarrollará, ¡como no!, su tesis doctoral sobre el concepto de libertad y amor en
San Agustín: "Augustinus und das paulinische Problem der Freiheit". Aprovechará para criticar el sesgo utilitarista y manipulador del "Ser-en-el-mundo": el objetivo de su trabajo es desarrollar una visión del mundo que
Heidegger ha olvidado, "el mundo concebido como lo ven los amantes del mundo". La reconciliación vendrá después de la guerra y la caída del nacionalsocialismo, en 1950.
Arendt, que lo siguió amando, le perdonará todo: la adhesión al nazismo, su admiración por Hitler, su silencio cómplice de posguerra (duramente censurado por
Marcuse o
Celan), se transformará en su agente literario, revisará traducciones y contratos, se cree de cabo a rabo la leyenda propagada por el mismo
Heidegger de que fue un "resistente espiritual" desde su cátedra, exonerará de todo fascismo a su sistema filosófico (mientras
Adorno afirmaba que la filosofía de Heidegger es fascista "en su núcleo más íntimo"), le dedicará explícita (su libro póstumo, "The Life of the Mind" lleva una cita completa de
Heidegger) o implícitamente (dixit Hannah: mi obra "Vita Activa", le escribe en otra carta, "te debe casi todo en todos los aspectos") todas sus obras de madurez. Curiosamente su "heideggerianismo de izquierdas" nunca la abandonó, llegando a defender liquidar el sufragio universal, el elitismo natural de los grandes hombres, y las oligarquías aristocráticas en política: "el modo de vida político nunca será el de la multitud".
Arendt además ayudo a la expansión planetaria de
Heidegger e incluso a permitirle tener una cierta “aura” de respeto académico.
Arendt parece mantener las posiciones sobre la Historia del Ser, incluso el antimodernismo y antibolchevismo, de
Heidegger! Actualmente existe un polémico estudio de
Emmanuel Faye sobre las raíces diríamos “racial-populares” de la teoría de
Arendt, una “contaminación totalitaria” que se mantiene en segundo plano, que nunca dejó de ser una conservadora alemana modélica. La pregunta es: ¿cómo una autora puede al mismo tiempo conciliar una defensa hiperbólica de
Heidegger i
n toto y realizar una crítica eficaz al Totalitarismo nacionalsocialista o al caso Eichmann?
Su raro juicio sobre Eichmann, la peligrosa idea de la “Banalidad del Mal” de los verdugos voluntarios y fanáticos es una suerte de confirmación ex post, posterior de su condonación a Heidegger…
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