La virtualitat feta realitat.
Para analizar esas transformaciones categoriales hay que estudiar el uso de
las palabras, no solo su etimología. También hay que considerar los antónimos,
puesto que las connotaciones valorativas se muestran con mayor claridad en las
relaciones de oposición entre términos. Veámoslo brevemente en el caso de la
noción de realidad.
Cuando se opone lo real a lo irreal, lo primero vale más que lo segundo. Otro
tanto suele suceder, por lo general, cuando contraponemos lo real a lo
imaginario. Hay ámbitos sociales donde la capacidad de imaginar es altamente
valorada, por ejemplo en la literatura, el cine, la narración o la pintura,
pero ser demasiado imaginativo y poco realista es un defecto en múltiples
oficios y profesiones.
Desde una perspectiva ontológica, lo real parece más «sustancial» que lo
imaginario. Esta asimetría se remonta a Platón
y Aristóteles (primacía de las
ideas, las esencias y las sustancias) y alcanza su máxima expresión en la
lengua latina, que no en vano fue la de un Imperio que duró varios siglos.
Sigue siendo la ontología oficial de una Iglesia monoteísta como la católica.
los idiomas son herramientas indispensables del conocimiento, pero también
tienen sus componentes cavernarias, como luego veremos. Es frecuente que las
jerarquías sociales existentes, que suelen ser cuestiones de hecho, se
conviertan en categorías «naturales», de modo que unos seres humanos sean
considerados como superiores a otros «por naturaleza», siendo así que solo
ocupan una posición social ventajosa. al ser tan duraderas, este tipo de
categorizaciones se insertan en las propias estructuras gramaticales,
convirtiéndose en valoraciones ontológicas. las gramáticas aportan órdenes
jerárquicos a los conceptos, por ejemplo cuando se distingue entre lo
sustantivo, lo adjetivo, lo accidental y lo circunstancial. las gramáticas de
raíz grecolatina priman el verbo y el sustantivo. Los demás modos gramaticales
son subsidiarios en relación a esas dos grandes categorías, que son las que
estructuran las oraciones y las proposiciones. Por tanto, cabe decir que
incluso la gramática es fuente de valoraciones, que inciden en el ámbito
conceptual e intelectual. No solo los términos descriptivos del mundo físico
devienen valores, también otro tipo de expresiones y categorizaciones. Valga el
término «categoría» como ejemplo de lo que estamos comentando. En griego
clásico significaba «modo de decir». A lo largo del tiempo, dicho vocablo ha
ido adquiriendo diversas connotaciones valorativas: «ser una persona de
categoría», por ejemplo. Cuando se postula una jerarquía (natural, gramatical,
etc.) y esta es asumida socialmente, suele surgir una escala de valores
derivados de dicha jerarquía. Este es el mecanismo que está a la base de las
«mutaciones onto-axiológicas» antes mencionadas y de la primacía de unas
modalidades de realidad sobre otras.
Valga otro ejemplo: el mundo real frente al mundo onírico. En su hipótesis
del genio maligno, Descartes utilizó
una y otra vez esa contraposición para practicar la duda metódica y lograr un
fundamento sólido e inconmovible para su filosofía. Los recuerdos del ayer
pudieran ser sueños inspirados por algún genio maligno. En cambio, lo real, lo
auténticamente real, es que ahora pienso, que incluso cuando dudo estoy
pensando: «cogito, ergo sum». Según Descartes, este enunciado expresa una
verdad que no me ha sido inspirada por ninguna mente malévola que me quiera
engañar. Responde a lo que su cede realmente y es constitutivo de su teoría del
sujeto. Si pienso, si estoy pensando, es que soy: existo. La duda metódica cartesiana
tiene su término final en esta verdad, base del sistema cartesiano. Descartes primó lo real y lo verdadero
frente a los sueños y el engaño. El sujeto pensante es una sustancia real, no
un producto de la ficción o la imaginación. Lo real es lo sustantivo, y lo
sustantivo es el sujeto que piensa. La corriente dominante en la filosofía
occidental asumió la tesis cartesiana y priorizó lo real frente a lo imaginario
y lo ficticio. Al proceder así, el pensamiento occidental consolidó el término
«real» como una expresión valorativa.
Hoy en día, el mismo problema se plantea cuando oponemos lo real y lo
virtual. En primera instancia, el mundo real es la naturaleza (physis), y a continuación es pólis (ciudad). Se dice que la
televisión, Internet, los videojuegos y los mundos virtuales no son reales, lo
que equivale a afirmar que valen menos. Lo importante es lo que sucede en el
mundo natural y en los pueblos y ciudades, lo otro forma parte de un mundo
artificial del que hay que desconfiar, por ser de ficción. Tal es el tópico
profundamente enraizado en nuestras mentes, cuyo origen inmediato está en Rousseau, aunque sus raíces últimas son
profundamente teológicas: lo natural es bueno, lo artificial malo (o al menos
sospechoso).
Este libro pretende poner en cuestión estos tópicos, que caracterizan a la caverna natural. Para ello, es
importante asumir que la noción de realidad es usada en juicios de valor, no
solo de hecho. Cuando se opone lo real a lo virtual, se atribuye más peso a lo
primero que a lo segundo. contrariamente a este lugar común, mantendremos que
la irrupción de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en
nuestras vidas y en nuestras sociedades implica una profunda transmutación de
valores, que afecta en particular a la propia noción de realidad, entendida
como un concepto socialmente valorativo. Algunos sueños de la tecnología se han
convertido en realidad a lo largo de la historia, baste pensar en los aviones,
en la ingeniería genética o en las metralletas. Por lo general, han sido beneficiosos
para unos y perjudiciales para otros. En algunos casos, las revoluciones
tecnológicas han ido asociadas a profundos cambios de valores: la imprenta es
un buen ejemplo. Las revoluciones tecnológicas no solo transforman las
sociedades y los modos de vida, también los sistemas de valores. En la
actualidad, quien sale en la televisión existe más que quien no aparece allí. Otro
tanto cabe decir de Internet y de las redes sociales, al menos desde que Google
inventó su célebre buscador y Twitter sus trending
topics. Si antes solo teníamos una existencia físico-biológica y urbana,
ahora ha surgido una tercera modalidad de existencia para los seres humanos,
que se desarrolla en el espacio electrónico, también denominado mundo virtual.
Lo que hace unas décadas parecía un mundo de ficción ha devenido realidad,
realidad virtual. Cabe también decir que la virtualidad se ha hecho real,
virtualidad real (pàgs. 88-91)
Javier Echeverría, Entre
cavernas. De Platón al cerebro, pasando por Internet, Triacastella, Madrid
2013
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