Dolor.
Seguro de fascinar al alumnado, el
profesor nos contaba la historia del escorpión que, atrapado en un círculo de
fuego, se clavaba el aguijón a sí mismo porque prefería la muerte al dolor.
Cualquier cementerio convencional confirma que el ser humano tampoco está por
la tarea de sufrir: allí todo el mundo descansa por fin en paz. Yace uno
confortablemente muerto, disgregado de su conciencia y sus sentidos,
imposibilitado de tocar el arpa y saborear el vino; pero por lo menos libre de
dolor. El dolor es mala manera de contemplar amaneceres y no hay peor
dolor que el que perfora a uno mismo. Claro que asistir al padecimiento de un
hijo compone un paisaje tan directamente insoportable que ni siquiera se deja
describir con metáforas. Un dolor pasajero te rompe la tarde. Un dolor crónico
es la medusa que, nadando dentro de ti, consiste en tu vida enteramente.
Fernando Aramburu, Medusa, El Cultural, 19/10/2012
Fernando Aramburu, Medusa, El Cultural, 19/10/2012
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