La biodiversitat en perill.
" Aserraban las ramas sobre las que estaban sentados,
y a gritos se transmitían unos a otros
los trucos aprendidos para aserrar más rápido,
y se hundían con estrépito, y quienes lo estaban viendo
sacudían la cabeza mientras aserraban
y seguían aserrando "
(Bertolt Brecht, 1954 - Traducción: Jorge Riechmann )
y a gritos se transmitían unos a otros
los trucos aprendidos para aserrar más rápido,
y se hundían con estrépito, y quienes lo estaban viendo
sacudían la cabeza mientras aserraban
y seguían aserrando "
(Bertolt Brecht, 1954 - Traducción: Jorge Riechmann )
El concepto de biodiversidad que defendió el entomólogo Edward Wilson en la
Cumbre de Río (1992) es probablemente la idea más interesante que nos ha dejado
aquel foro. Este concepto va más allá de la concepción clásica en la que las
especies se entendían bien como independientes unas de otras, bien como parte de
un conjunto. Se hablaba de la necesidad de proteger las especies", lo que a
veces se limitaba a proteger algunos animales o plantas raras, emblemáticas o
vistosas.
El concepto de biodiversidad se basa en una visión integral que toma en
cuenta la interacción de los organismos entre ellos mismos y en relación con el
medio en el que se desenvuelven. No existe una jerarquización sino una
interacción entre los organismos vivos. La defensa de las especies se plantea
sin ningún a priori ideológico o cultural y teniendo en cuenta el
conjunto de ecosistema Tierra, que está siendo puesto en peligro por una de sus
especies: la humana. A pesar de la gravedad del problema, las corrientes
anticapitalistas dudan, no dominan el tema o argumentan que no hay prisas para
integrar la defensa de la biodiversidad, que afecta a la supervivencia de los
seres humanos, en la lucha contra la barbarie social y en una perspectiva
socialista.
Edward Wilson |
La desaparición de las especies
En el siglo XX, las estaciones de servicio disponían de un cubo de agua y una
esponja para limpiar restos de insectos incrustados en el parabrisas. A medida
que los insectos fueron desapareciendo, en la década de 1990 los automovilistas
dejaron de limpiar el parabrisas tan asiduamente y desaparecieron los cubos de
las estaciones de servicio. En la región mediterránea, la gente instaló rejillas
en las puertas y ventanas de sus casas para evitar la intrusión de insectos. Una
solución que evitaba las molestias causadas por los intrusos y permitía disponer
de luz natural en las habitaciones. Desde el año 2000, la gente las está
retirando porque los insectos apenas constituyen una molestia.
Asociaciones de naturalistas han reelaborado los registros de insectos
siguiendo la recolección de datos realizados cien años antes. Pero ya no es
posible confeccionar las fabulosas colecciones del siglo XIX; muchas especies
apenas existen o están circunscritas a localidades muy concretas. Observaciones
espontáneas realizadas por los habitantes, agricultores o guardabosques,
confirman la gravedad del fenómeno tanto en tierra como en agua dulce (aquí no
abordamos los océanos). Los agricultores han remarcado la desaparición de
acianos y de neguillas (Agrostemma githago), antes bastante comunes, así como de
escarabajos y lombrices, en las tierras tratadas con fertilizantes químicos. Los
pescadores constatan la escasez de gobios, cotos, bagres, percas, truchas y
lucios en los ríos contaminados (en Francia, el 60%); los jardineros apenas ven
grillos y larvas de escarabajo. Algunas especies amenazadas se conservan en
zonas protegidas por sus condiciones locales o en reservas. La gente se
sorprende por la aparición de "nuevas" plantas como la Jussiaea repens,
originaria de Brasil, que se importaron para embellecer las cuencas de los
jardines botánicos de Montpellier... y que ahora saturan los canales, lagos y
ríos porque se importaron sin sus parásitos y predadores naturales.
Los naturalistas realizan informes más detallados y cuando un depredador no
encuentra su presa habitual hablan de "ruptura en la cadena alimentaria". Desde
la década de 1970, en las publicaciones científicas han aparecido comentarios
como "no ha sido visto desde entonces ..."," es raro "," parece que ha
desaparecido"... Se empezaron a notar los efectos de los pesticidas. En 1966, la
mariposa de la col (Pieris rapae) era tan abundante cerca de la ciudad de Sedan,
que pude encontrar varios ejemplares con morfología anormal en un campo de
alfalfa. En una jornada pude completar una hermosa colección de ejemplares con
anomalía en el desarrollo del ala (formas teratológica). Cuarenta años más
tarde, volví a visitar los mismos campos de alfalfa y no logré ver más que una
mariposa ¡por hectárea! La situación es similar para otras especies que observé
en los años 60. En muy poco tiempo, los insectos desaparecieron del campo; los
agricultores no se habían percatado de su utilidad,... hasta que las abejas,
principales proveedoras de polen, también comenzaron a desaparecer. La
posibilidad de que desaparezcan los polinizadores es una perspectiva inquietante
que, afortunadamente, está saliendo al debate público y plantea la necesidad de
actuar.
En 1987, un equipo de naturalistas alemanes publicaron un extenso libro para
llamar la atención sobre el peligro de extinción de las mariposas. El libro fue
inmediatamente traducido al francés por Gérard-Christian Luquet /1.
Ilustrado y con un contenido muy didáctico, el libro presenta pruebas sobre
prácticas muy extendidas como la quema de terraplenes y otros matorrales en
primavera y el uso sistemático de productos químicos innecesarios y peligrosos
para las especies que se refugian fuera de las zonas de cultivo. Este denuncia
no provocó ninguna reacción por parte de los partidos políticos ni de los
gobiernos. Si tomamos la biodiversidad en su globalidad, lo que estamos
destruyendo es un capital económico, genético, científico, estético y cultural.
Las mariposas, símbolos de la futilidad, de la inocencia y la paz, están
desapareciendo debido a que "las mariposas sólo puede existir en un ambiente
natural opulento " (Luquet). Frente las carcajadas de la gente ignorante -y
a veces de los activistas- está la risa amarga de quienes se ven privados de los
insectos que precisan sus plantas para la polinización.
El fin de la caza de escarabajos
En la década de 1970 ocurrió un hecho característico del nuevo mundo en que
vivimos, cada vez más antropocéntrico. Estamos hablando del poco conocido y casi
nunca mencionado destino del escarabajo común (Melolontha melolontha).
Históricamente, este gran coleóptero era temido por los agricultores, y
jardineros, porque atacaba casi todas sus cosechas. Las quejas de los campesinos
contra los escarabajos datan desde el desarrollo de la agricultura en la Edad
Media. Sus larvas, conocidas como "larvas de abejorro", se crían en la
superficie de terrenos blandos, no sujetos a inundaciones y ricos en materia
orgánica. Se alimentan de las raíces de las plantas tiernas, llenas de
nutritivos dulces, y matan las herbáceas. La metamorfosis se da cerca de la
superficie y los adultos emergen de la tierra entre los meses de abril y junio.
Atacan las hojas y los brotes en primavera. Se alimentan de los pistilos de las
flores que preceden a la fruta o mordisquean los primeros frutos en mayo-junio,
imposibilitando su comercialización y su buena conservación. La acción
desarrollada por el escarabajo era de tal envergadura que influyó en las
prácticas de cultivo de los campesinos.
Para combatir las larvas de abejorro se aró profundamente la tierra, ya que
las larvas hibernan a 60 centímetros. Esta práctica requería una tracción
potente, con dos o cuatro arados tirados por caballos, lo provocó otros
problemas: mayor erosión del suelo y mezcla de tierra fértil con un sustrato
menos rico en materia orgánica. A consecuencia de ello, fue necesario aumentar
la cantidad de fertilizantes. La tierra que no se cultivaba, también se labraba
antes del invierno para destruir los huevos depositados en ella y dañar las
larvas. Pero los escarabajos comunes eran tan numerosas que esta práctica,
desarrollada a partir de 1945 con la introducción de los tractores en el campo,
no logró evitar la obsesiva presencia de estos insectos. Tampoco evitó los "años
de larvas", en los que estos insectos, sin que nadie sepa por qué, proliferaban
con especial abundancia. Para limitar su presencia, la solución más eficaz
continuó siendo la recolección de los escarabajos adultos a través de la
movilización masiva de la población.
Fue la época de la caza del escarabajo: se organizaron grandes y festivas
batidas populares en los pueblos afectados, desde Francia hasta Hungría (hasta
hubo bodas). Todo el mundo disponible, incluso los escolares, participaba en la
actividad. Al alba, cuando los escarabajos están aún entumecidos por el frío y
la humedad de la noche, se golpeaban las ramas con grandes varas y los insectos
caían al suelo. Solo hacía falta recolectar inmediatamente lo que caía. Había
mucho para recolectar. La enorme cantidad de escarabajos recolectados terminaban
siendo arrojados a zanjas o utilizados como abonos para los jardines.
El escarabajo común representó típicamente una "plaga" o una "catástrofe".
Durante siglos, se utilizó de todo para destruir las larvas, sin que se lograra
reducir su población hasta la década de 1970. De haberse logrado antes, quizás
hubiera sido posible evitar dañar otras especies. En Francia, desde la creación
del Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas (INRA) en 1946, varios
laboratorios intentaron abordar su erradicación, pero sin éxito inmediato. La
primera generación de insecticidas químicos como el DDT, al no lograr alcanzar
las larvas, no obtuvo resultado en sus primeros años. No fue sino en la década
de 1960, tras la acumulación de pesticidas en tierra, agua y plantas, cuando se
empezó a registrar la primera disminución de la población de escarabajos. Una
disminución que se confirmó en la década siguiente. En los años 80, la caza del
escarabajo dejó de existir en Europa occidental. En el siglo XXI, se ha
convertido en una de esas historias que cuentan los abuelos a los nietos.
Con el desplome de las poblaciones de escarabajos, lo que está ocurriendo en
realidad es que está desapareciendo una larga lista de invertebrados que viven
bajo tierra. La Cetonia arauta (larva que consume madera seca o paja
descompuesta) y los cárabos (que son carnívoros en todas sus fases), por no
mencionar más que los insectos más espectaculares, hace tiempo que no se ven en
los jardines, y han desaparecido en regiones con grandes extensiones agrícolas.
Hay gente del campo que nunca han visto escarabajos o la Cetonia arauta, y no
son capaces de reconocerlos cuando se les muestra un ejemplar conservado. Los
invertebrados están sufriendo la misma suerte en este impulso ecocida /2
que se está extendiendo a toda la fauna. Este fenómeno está dando lugar a un
empobrecimiento del vocabulario común en lo que respecta al medio ambiente, ya
que solo nombramos lo que conocemos. El conocimiento empírico de los
agricultores, basado en la proximidad con la naturaleza, que podría hablarnos de
la diferencia entre los insectos ofensivos y los inofensivos, ha sido
reemplazado por términos genéricos a los que se les da una connotación negativa
como "moscas", "mosquitos", "avispas, ","larvas ", "parásitos", "fétidos",
"inmundos", etc., sustentados por la publicidad, los media, las sociedades de
caza... Esta evolución ha venido acompañada de muchas fobias, e incluso, entre
las personas que aún viven en las ciudades, por un síndrome de "miedo a todos
los animales".
Los invertebrados no sólo están desaparecen de las zonas de cultivo sino
también de las tierrasbaldías, al margen de la distancia en la que se
encuentren respecto a las cultivadas. La fumigación de terrenos con
pesticidas constituyen verdaderas trampas mortales para volátiles como las
mariposas, las libélulas, los coleópteros y los pájaros, todos ellos buenos
voladores . Las moléculas que están envenenando la biosfera son las famosas COP:
contaminantes orgánicos persistentes. Se instalan en la grasa de los animales y
se concentran a lo largo de la cadena alimentaria, especialmente en los grandes
depredadores como el oso polar y ... los humanos.
Los herbívoros los asimilan cuando pastan en campos contaminado. En las
personas la contaminación se da a través de la leche y el pescado. Los
pesticidas utilizados en los continentes también envenenan los mares.
Los escarabajos no se desplazan mucho y en áreas no tratadas por los
fertilizantes químicos sólo han podido ser erradicadas por el desplazamiento
natural (por el viento, la lluvia, o tránsito de los animales contaminados) de
los contaminantes orgánicos persistentes. De aquí se deriva que si los
pesticidas utilizados en algunos cultivos llegan a afectar a amplias zonas
colindantes es debido a que se han utilizado cantidades excesivas, mal
calculadas y mal aplicadas, como ocurre con los plaguicidas fumigados desde el
aire, especialmente en los EEUU, que forman una temible neblina, peligrosamente
transportada por el viento.
En el tiempo que abarca una generación humana, la dispersión de los
contaminantes orgánicos persistentes, frenéticamente expandidos por la especie
humana, se ha extendido a todo el planeta y ahora mismo nadie está libre de sus
efectos. ¡A las mujeres Inuit que habitan en las zonas glaciares del norte de
América y Groelandia, que tradicionalmente sólo comen la carne de foca o
pescado, se les ha aconsejada no consumir productos locales cuando están
embarazadas, ¡a pesar de la ausencia total de vertidos tóxicos en estas enormes
áreas! En el umbral del tercer milenio, una muestra de sangre tomada en no
importa qué parte de Europa revela la presencia de varias sustancias tóxicas;
entre ellas, !dioxinas! Si bien conocemos más o menos los efectos que produce
cada plaguicida por separado, aún no tenemos ningún conocimiento verificado de
los efectos que pueden producir combinadamente. La dispersión creciente de
millones de toneladas de desinfectantes, antibióticos y sustancias que perturban
el sistema endocrino a lo largo de todo el planeta forma un cóctel incontrolable
para una biodiversidad y una población humana debilitadas.
A pesar de que se conocen los efectos de los contaminantes orgánicos
persistentes sobre los seres vivos, no se ha reducido su cantidad. Desde 1945 se
han filtrado en la tierra cada vez en cantidades mayores y, debido a la
extraordinaria capacidad de resistencia de los COP, la naturaleza no tiene
mecanismo para degradarla, por lo que estas moléculas artificiales ponen en
riesgo las aguas del subsuelo. Como es lógico, los capitalistas fomentan su
consumo y generan ansiedad entre la gente a través de una propaganda demagógica
e informes "científicos" deshonestos. Aunque las dosis recomendadas por los
vendedores son ya demasiado altas en relación al efecto esperado, los
agricultores y jardineros las incrementan aún más para tratar de evitar
problemas en los cultivos y las plantas. Lo que da que pensar cuando los
parásitos contra los que se utilizan ya han desaparecido. En cuanto a los
capitalistas que inundan el mercado con productos dañinos para los organismos
vivos, su política se puede resumir de la siguiente manera: "Después de mí, el
diluvio". También contaminan la conciencia de la gente difundiendo la idea de
que los espacios entre las plantas cultivadas deben estar limpios como una bola
de billar y que el medio ambiente ha de estar completamente libre de
"bichos".
Cuando se fumigan amplias extensiones de cultivos se puede considerar, es lo
que confirman las muestras obtenidas, que la fumigación afecta a toda la región,
zonas urbanas incluidas, y a los habitantes que respiran e ingieren productos de
"efectos múltiples". Ahora mismo, la disminución en las especies de cigarras
-emblemáticas en las fábulas de La Fontaine- es una prueba de la repercusión
generalizada de los plaguicidas utilizados en la agricultura. Las cigarras no
frecuentan mucho las áreas de cultivo, desarboladas y demasiado ruidosas para la
larga vida de las larvas (4 a 17 años). Los adultos de muchas especies se reúnen
en los árboles de las ciudades que, en principio, no sufren el efecto de las
plagas. Pero como los plaguicidas llegan a todas partes, van desapareciendo.
Denunciado desde hace mucho tiempo por los científicos (algunos sufrieron
represalias por ello), ya se está empezando a reconocer el impacto de los
agentes tóxicos en la salud humana. En febrero de 2012, el Tribunal Superior de
Lyon condenó a Monsanto a indemnizar a un agricultor expuesto a uno de sus
pesticidas durante su actividad profesional. El 7 de mayo de 2012 será más
recordado que el 6 de ese mismo mes (elección de François Hollande) debido a la
entrada en vigor de un decreto que, por primera vez, establece un vínculo entre
la exposición a los pesticidas y la enfermedad de Parkinson, que ahora se
reconoce como enfermedad profesional en la agricultura, si la exposición se da
durante ¡diez años! Esta restricción burocrática ignora la intensidad de la
exposición y su peligro para los agricultores. El decreto incluye productos de
uso agrícola y la inhalación o contacto con cultivos, superficies o animales que
hayan sido tratados con pesticidas (antiparásitos). Así pues, quienes vivan
colindando con terrenos agrícolas, los excursionistas y los niños y niñas que
transiten en un entorno natural que ahora sabemos que está contaminada por todas
partes, están expuestos a las mismas patologías que están empezando a ser
identificadas para los agricultores. En vez de reconocer las enfermedades
profesionales después de largos litigios, sería mejor que dejaran de utilizar
los cóctel de plaguicidas que las generan.
Para abandonar el uso de pesticidas será necesaria una larga batalla, como lo
fue la emprendida para prohibir el uso industrial del amianto y compensar a sus
víctimas. Pero, si en el caso del amianto se necesitaron tres décadas para
obtener resultados, ¿cuánto tiempo tardaremos en acabar el caso mucho más
complejo de los plaguicidas, multiformes y de uso mundial, sabiendo que habrá
que volver a aprender a trabajar la tierra para redescubrir los ecosistemas y
reorientar las ayudas estatales?
Hacia un mundo sin animales salvajes
Gravemente afectados por la pérdida de sus presas, también están disminuyendo
las aves, murciélagos, reptiles y anfibios; y esta tendencia parece estar
acelerándose a nivel mundial. El recuento de los anfibios en las selvas de
América Central, extensas zonas donde no hay agricultura ni ciudades, muestra un
déficit en el número de individuos por especie de anfibio de hasta un 90% en 25
años. Las población de estas especies están disminuyendo y la falta de alimento
está creciendo a lo largo de la cadena alimentaria. En estas situaciones de
escasez, algunos depredadores están cambiando su dieta: atacan nuevas presas,
como se observa en la impresionante depredación de las cigarras por gorriones
que los naturalistas han observado desde hace varios años en Europa.
Entre las grandes poblaciones de animales de mayor tamaño están apareciendo
otros fenómenos extraños e inquietantes, como las pandemias que, sin precedente
alguno y sin que se conozcan las causas, se están produciendo en diversas
especies: herbívoros africanos, murciélagos americanos, peces, cangrejos
europeos y moluscos de agua dulce en los continentes. Hemos asistido a la
desaparición de grupos enteros de anfibios en varios continentes. Estos
desastres parecen estar relacionados con la combinación de diversos productos
muy agresivos: dioxinas, furanos, PCBs, organoclorados, organofosforados,
trastornadores endocrinos, etc. Existen fuertes sospechas sobre los graves
efectos que puede provocar la sinergia de este cóctel. Los trastornadores
endocrinos, que se usan habitualmente de forma muy ingenua, actúan en dosis
infinitesimales y desregulan los delicados equilibrios hormonales que determinan
la reproducción en los insectos, y también en los vertebrados, provocando una
desregulación espectacular del sistema reproductivo, que les produce
infertilidad. Su impacto en nuestra especie es más que probable, tal y como
sugiere, por ejemplo, la pubertad precoz (sin precedentes) en los adolescentes y
la degradación continua de la calidad del esperma humano.
A todos estos agentes cuya actividad es letal, hay que añadir ahora los
productos farmacéuticos y los de uso veterinario: antibióticos, estrógenos,
antiinflamatorios, etc. Los organismos sólo absorben una pequeña parte de los
medicamentos que reciben; el resto queda depositado en la naturaleza, porque las
plantas purificadoras de agua no depuran los medicamentos. Los antibióticos se
utilizan en todo el mundo para fomentar el crecimiento del ganado. El uso de
antibióticos, que se utilizan masivamente en su alimentación a lo largo de
varios años, contribuye a la selección de bacterias resistentes a los
antibióticos. De ese modo, por selección evolutiva, hemos seleccionado bacterias
patógenas ¡resistentes a todos los antibióticos conocidos! Ahora mismo, la
medicina se encuentra impotente para hacer frente a algunas bacterias
resistentes a los antibióticos. En el caso del DDT, se conoce su peligrosidad
para los seres humanos desde los años 1960. Sin embargo, la Organización Mundial
de la Salud y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente,
controlados y financiados por gobiernos liberales, sólo prevén el abandono total
de DDT ¡a partir del año 2020! Poco utilizado en Europa, el DDT aún se fabrica
para ser vendido en África, América del Sur y Asia bajo 25 marcas diferentes,
aunque la molécula básica siga siendo Dicloro-difenil-tricloroetano (DDT). Son
pocos los gobiernos que se oponen abiertamente a este producto aplicando el
dicho de que "todo tiene un precio".
También hay que dar a conocer las razones de la disminución radical de la
población de golondrinas y vencejos (de las que no quedan en Europa más que
cinco y tres especies respectivamente). Estas aves se alimentan de insectos que
capturan en vuelo. Respetadas por los agricultores, estas especies se aprovechan
del trabajo en los campos, que avienta numerosos insectos a los que capturan al
ras del vuelo. Con la llegada de la fumigación, los insectos que vuelan mientras
fumigan las máquinas, se impregnan de veneno concentrado. En este estado son
atrapadas por los pájaros, que terminan envenenándose y transmitiéndolo a sus
crías a través de la alimentación. Sus poblaciones está en regresión: el vencejo
común ha sufrido una caída del 41% en veinte años en Francia (Fuente: LPO,
Francia). Pero desde que se introdujeron los pesticidas, en 1945, esta población
ha disminuido en un 60%. El famoso vals de Trogne y Pagano, "El regreso de las
golondrinas", un clásico para virtuosos del acordeón, ya no tendrá la misma
resonancia si quienes lo escuchan no conocen las hermosas golondrinas.
Tratando salvarse del hambre, las especies recurren a áreas urbanizadas para
aprovechar las migajas de nuestra civilización. Las urracas se están
convirtiendo en amigas de la gente y se establecen en los suburbios. Los zorros
viven en los intersticios de las ciudades europeas. Las cornejas proliferan en
Tokio. Estas especies emblemáticas en todas las culturas que se refugian de sus
peores enemigos en las ciudades, ¡están derrotadas! La presión humana sobre
estas especies declaradas "nocivas" es cada vez mayor: ¡van a desaparecer!
¿Quién hubiera pensado que nuestros incansables gorriones, siempre unidos a
un entorno urbano, fueran disminuyendo tan bruscamente como ahora? Parecía que
estos geniecillos del aire de las ciudades no se verían afectados por las
fumigaciones porque habitan en zonas urbanas. El error está en creer que la
fumigación sólo actúa localmente. Pero, los gorriones deben reproducirse, y sus
crías son insectívoras. Aquí se repite el mismo proceso que condujo a la
disminución de la población de golondrinas. El número de individuos que alcanzan
la madurez sexual en buen estado de salud se hunde. Hay zonas vinícolas en las
que ya no existen gorriones. Estamos entrando en la era predicha por Rachel
Carson en su libro Silent spring, publicado en 1962 en los Estados
Unidos, /3 cuya pertinencia, para disgusto de los industriales
estadounidenses, que le acusaron de "comunista", condujo a la prohibición del
DDT en los Estados Unidos en 1972.
En la superficie del planeta, existen vastas regiones agrícolas sin animales
salvajes, a los que matamos de hambre o exterminamos a través de la caza y la
destrucción de biotopos. Ahora estamos descubriendo que nuestra especie se ve
afectada, que nuestros cuerpos acumulan moléculas cancerígenas o neurotóxicas.
Las abejas, seleccionadas y cuidadas por los seres humanos, y todos los insectos
que participan en el proceso de polinización, muestran un declive preocupante.
Su desaparición abre un nuevo capítulo en la perspectiva de la pérdida de
especies de plantas que dependen de un polinizador para su reproducción. Lo que
resulta sorprendente, ya que los animales salvajes están muriendo masivamente a
causa del envenenamiento ¡que era lo que se buscaba!
Los partidos políticos, que no están reaccionando a esta intoxicación
generalizada del planeta que habitamos, se verán confrontados a movilizaciones
sociales, cuyos motivos no logran entender. La existencia de insectos
resistentes a diversos pesticidas y de plantas salvajes resistentes al glifosato
(Round-up, Grassane, …) pone fecha de caducidad al cultivo de plantas patentadas
como tolerantes a los herbicidas. Las catástrofes de Minamata /4 y Bhopal
/5 se produjeron en una situación de absoluta falta de preparación de los
gobiernos y de las organizaciones sociales. Estos dramáticos acontecimientos
sólo podían ser previstos y evitados a través de la presión a los gobiernos que
estaban al servicio de los poderosos lobbys. En su día, en un documental sobre
Minamata, vimos a los científicos obligados a declarar, con el rostro oculto,
sobre la elevada concentración de mercurio en los peces ¡que estaba envenenando
a la población! A menudo descubrimos hechos como esos, que afectan a la salud de
la gente y que se ocultan o se tratan como "secretos de estado". A veces sin
ninguna razón lógica, como en el caso de la "nube de Chernóbil", cuya existencia
negó el gobierno francés de forma totalmente irresponsable.
Debido a estas catástrofes, y a otras de carácter más local, la variedad y
cantidad de agentes nocivos en la biosfera ha crecido constantemente. La
aparición de nuevas patologías en nuestra especie (mayor incidencia de
enfermedades que antes eran raras, la degradación de la calidad del esperma
humano, asma...) anuncian desastres semejantes al de Minamata a gran escala. Es
algo que ya está ocurriendo en muchas especies animales que sufren patologías
masivas. He señalado más arriba que, hoy en día, un análisis de sangre realizado
a cualquier ser humano indica la presencia de sustancias tóxicas provenientes
del medio ambiente o de la degradación de productos peligrosos (como el DDE para
el DDT). En la sangre de los seres humanos también encontramos productos tóxicos
naturales. Estos productos (radio-isótopos, arsénico, mercurio), estaban fijados
en las rocas, neutralizados y allí se mantenían indefinidamente, sin peligro
para las especies vivas y el agua subterránea, hasta que las actividades
geológicas e industriales llevadas a cabo sin precaución les hizo entrar en
contacto con los seres humanos, la vida animal y la flora.
Envenenamiento y mutación artificial del suelo, urbanización ...
El envenenamiento y la pérdida de los suelos, al transformarlos en espacios
artificiales, son un asunto vital, desconocido para el público, las asociaciones
y administraciones, que multiplican las urbanizaciones, aparcamientos y
almacenes a expensas de tierras agrícolas de gran valor agronómico. En Francia,
se ha desnaturalizado, es decir, urbanizado, asfaltado, o cubierto con grava
tratada con herbicidas, alrededor del 6% del territorio. Estos espacios
transformados permanentemente en estériles se han duplicado en 20 años. Los
países más industrializados del mundo se dirigen hacia el 10 y 12% de este tipo
de terrenos en el mismo período de tiempo. En fin, las carreteras, las
cimentación de laderas, las zanjas y los canales generan innumerables parcelas
de tierra acordonadas que bloquean la circulación de los organismos vivos y los
intercambios genéticos en el suelo.
El volumen de la biomasa que se encuentra en el suelo no es menor que la que
se encuentra en la superficie. Los organismos provenientes de muchos grupos
animales y vegetales interactúan con las plantas, a las que proporcionan
elementos esenciales (carbono, oligoelementos y nutrientes importantes como el
nitrógeno). Las lombrices reciclan la materia orgánica atrapada en el suelo y la
llevan a la superficie. Muchos invertebrados, mediante relaciones
depredador-presa, animan este medio que escapa a nuestra vista, lo enriquecen y
airean, evitando una compresión excesiva del suelo.
En el suelo se depositan todos los productos químicos utilizados en la
agricultura. La creencia de que hay que "arrancar la mala hierba" entre las
hileras de las vides, de los árboles frutales y plantaciones en general es una
práctica inútil y nefasta que aumenta la cantidad de pesticida que afecta al
suelo. En última instancia, estos métodos de cultivo son siempre excesivos e
inadecuados para la conservación de las especies (hasta 16 pulverizaciones al
año en los huertos). Debido a ello, la biodiversidad se agota y, con el tiempo,
desaparece. Este proceso conduce al incremento del consumo de agua y
fertilizantes. Progresivamente, los terrenos así maltratados llevan cada vez más
a cultivos basados en insumos sintéticos en lugar de nutrientes basados en la
biodiversidad de los suelos naturales.
Contaminados y empobrecidos, los suelos cada vez aceptan menos vegetales en
la superficie y quedan pelados. Es ahí donde empieza otro fenómeno irreversible:
la pérdida de humus y partículas finas erosionadas por la lluvia, el viento y el
flujo de agua. Los cultivos en suelo tan pelados como la cáscara de un huevo (a
base de aplicar herbicidas) en las principales regiones productoras de vino y
fruta, producto de los tratamientos herbicidas, están contribuyendo al
envenenamiento de la biosfera y de las y los trabajadores agrícolas. En estos
suelos pelados y secos, el viento se llena de pesticidas y la erosión deja al
descubierto las raíces de las plantas. Además, y no es una cuestión secundaria,
la pérdida de la biodiversidad natural hace que los suelos ya no retengan el
carbono, dejan de cumplir esa función). En efecto, multitud de organismos que
habitan en el suelo fabrican carbonatos en forma de rocas, mientras que otros
capturan el carbono del CO2 y liberan el oxígeno a la atmósfera.
Estos métodos de cultivo, que cada vez son más costosos y peligrosos para los
seres vivos, son el resultado de la falta de información por parte de los
gobiernos y del comportamiento ortodoxo de los profesionales “programados” por
la industria agroquímica capitalista, porque el "crecimiento" implica, también
para los agricultores y el público, el uso de plaguicidas. Tratar de vender cada
vez más pesticidas, envenenando más aún la biosfera, por razones puramente
capitalistas, confirma la perversidad profunda de este sistema. Se trata de
prácticas y métodos criminales que se inscriben en la continuidad de las
catástrofes "pioneras" de Bhopal y Minamata. Es urgente poner fin a esto. Las
corrientes anticapitalistas han de plantearse cómo hacer frente a esta
alienación.
05/2012
Traducción: VIENTO SUR
notas
1/ El libro fue escrito por Josef Blab y otros, y la edición francesa
adaptada por Gérard - Christian Luquet. Fue publicado bajo el título Sauvons
les papillons, ediciones Duculot, París 1988.
2/ Un ecocidio se define como la acción de las especies y la
destrucción de las relaciones que existen entre ellas, cuyo conjunto forma un
ecosistema. El término ecocidio se dio a conocer con la primera edición del
libro de Franz Broswimmer, en 2002: Une breve histoire de l’extinción en
masse des espèces, con prólogo de Jean-Pierre Berlan, Edit. Agone .
3/ El libro de Rachel Carson fue publicado en una edición francesa en
1968. Ha sido reimpreso: Rachel Carson, Silencieux Printemps, Edit
Wildproject, Marsella 2009.
4/ En 1932, la planta petroquímica de la empresa Chisso, instalado en
1907 en Minamata, en el sur del Japón, comenzó a arrojar al mar cantidad de
residuos de metales pesados, como mercurio. Estos se concentraron en los peces,
causando enfermedades del sistema nervioso en los seres humanos (pérdida del
control motor, por ejemplo), así como abortos y nacimiento de niños con
malformaciones. La compañía Chisso intentó mantener el asunto tranquilo,
ofreciendo dinero a las familias de las víctimas.
Yves Dachy, La biodiversidad en el olvido, Viento Sur.info, 17/10/2012
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