Sobredosi de memòria



Los apologetas de las nuevas tecnologías han llegado a la conclusión de que carecen de sentido los viejos ejercicios de aprender de memoria los datos, las cifras, las tablas de multiplicar o los poemas, como si el sentido de retener determinadas cosas fuera puramente técnico-instrumental. Hace escasas semanas, el ensayista italiano Nuccio Ordine evocaba en una entrevista periodística las palabras de Primo Levi cuando afirmaba en Si esto es un hombre que lo único que los nazis no le habían podido robar eran las cosas que había aprendido de memoria. Y añadía Ordine: «Tú puedes perder todos los bienes materiales que has adquirido, pero nunca lo aprendido, lo leído, la música». La sustancia de la paradoja en la que vivimos instalados en nuestros días es que esta enorme disponibilidad a la que hacía referencia, que sin duda alcanza unos límites nunca antes conocidos, no da lugar a una escuela y a una sociedad en las que el pasado tenga una presencia importante, sino, al contrario, mucho más olvidadizas. Entre otras razones porque el volumen de lo almacenado (y, por tanto, recordable) es tan desmesurado e inmanejable que en la práctica es como si lo hubiéramos olvidado. Esta sería, por tanto, la formulación sintética de la paradoja: lo específico de la desmemoria de nuestro tiempo sería que habríamos terminado desembocando en ella precisamente por una sobredosis de memoria.

Esther Peñas, entrevista a Manuel Cruz: "Asistimos a una auténtica reivindicación de la minoría de edad de la humanidad", ethic.es 25/10/2022

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