Democràcia i tecnologia.



La tensión entre técnica y democracia nace de la dificultad intrínseca de resolver los problemas de la relación entre un campo en el que necesitamos el conocimiento experto y un espacio democrático en el que únicamente se necesita el sentido común y la capacidad de juicio de todo ciudadano. Sin expertos no hay posibilidad de constituir una sociedad compleja, pero los expertos plantean serios dilemas a toda sociedad democrática. El punto central de la tensión es que el conocimiento experto implica una desigualdad difícil de resolver, pero el conocimiento experto es necesario cada vez más en puntos muy sensibles para el funcionamiento general. ¿Bajo qué condiciones es legítimo aceptar ciertas desigualdades?

El control democrático del poder de los expertos tiene el problema de que debe ser control real y al mismo tiempo garantizar que el juicio experto sea el mejor juicio posible. Un control meramente “político” en el sentido de subordinar lo técnico a lo político puede ser una forma ciega de entender el problema, porque muchas decisiones políticas contemporáneas ya no pueden desarrollarse sin deliberación técnica, y a veces una equivocación en lo técnico puede tener consecuencias estratégicas. Mi receta es en cierto modo utópica: los expertos deben saberse ciudadanos, deben saberse responsables de sus decisiones; los ciudadanos deben tener el suficiente conocimiento técnico como para apreciar el lugar del conocimiento experto. No es tan utópico como parece, de hecho ya funciona así en la vida cotidiana: la gente sabe a qué especialista médico debe ir según qué problema y etapa de la vida. Hace falta de las sociedades se hagan conscientes de este problema y no sigan, por ejemplo, considerando que el problema de la investigación en células madre, en organismos genéticamente modificados, etc. son cuestiones que no tienen importancia política o en todo caso sólo la tienen ética o ecológica. Los mejicanos saben bien, siguiendo este ejemplo, que el maíz transgénico va a transformar completamente su estructura agraria, sus formas de alimentación, etc., pero no se ha sometido ese proceso al control ciudadano. Es urgente que las políticas de transformación entren en la esfera pública.

Creo que la conclusión es que las teorías contemporáneas de la democracia tienen un grave déficit en su concepción del conocimiento experto. Las nuevas teorías de la gobernanza de origen y sustrato republicano deberían abordar urgentemente el cómo lograr democracias deliberativas bajo una cooperación social del conocimiento experto y el común. Piensa que todas las teorías de la democracia hasta el momento han sido doxásticas: suponen que basta la opinión. Necesitamos también una teoría de la democracia epistémica.


Salvador López Arnal, entrevista a Fernando Broncano: Por una filosofía política de la técnica, Sin permiso 15/07/2007




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