L'Antropocè i l'estupidesa humana.


Resultat d'imatges de antropoceno

Hace años, lo que más que consolaba de nuestro tiempo era la seguridad de que buena parte de su contenido se disiparía en el aire. Pensaba que la memoria colectiva sólo guardaba lo estrictamente necesario para seguir atravesando la oscuridad, y a ese proyecto la gente de nuestros días no está aportando nada. Pero dicen los entendidos que en Internet queda todo, "y especialmente lo innecesario", como diría Ramón Eder. Si es verdad que queda todo, ¿cuantas estratos tendrá la red dentro de cien años?

Me lo ha dicho un sabio: más de cien. Habrá geólogos de Internet, que estudiaran las capas más antiguas, y se asombrarán de nuestra banalidad, única en la historia. La capa perteneciente a nuestra época, vinculada al nacimiento de Antropoceno, la llamarán, según el sabio que digo (y que es también profeta) el estrato de la estupidez generalizada.

La estratigrafía vinculada al estudio de Internet deparará muchas sorpresas a los científicos. Les asombrará que subnormales profundos tuvieran parroquias de millones de personas. Medirán, con aparatos que aún no conocemos, nuestra inteligencia emocional, y se desesperarán mucho; pensarán que algo no funcionó en algún momento de nuestra historia, y verán la prueba de por qué en Europa triunfarán de nuevo ideologías muy próximas al nazismo, a las que tanto la derecha como la izquierda están abriendo las puertas de par en par.

Para estudiar nuestro tiempo no les servirán demasiado ni los análisis sociológicos y psicológicos sobre el comportamiento de las masas, ni todas las variantes de la antropología. Nuestro grado de estupidez les parecerá tan vasto y tan desalentador que tendrán que inventar una nueva ciencia. ¿Y a quién le puede extrañar? Si uno echa una mirada a lo que entendemos por humanidad, desde la Primera Guerra Mundial hasta este momento, está obligado a rechazar todas las mentiras y mistificaciones del humanismo y a coger la bestia por los cuernos. Pero si la coge se quemará las manos y arderá su cerebro. No es fácil abordar las inmensas zonas negras de ese abismo de indignidad que es desde hace tiempo la especie humana, ni fácil calibrar las dimensiones de su tragedia y de su maldad.

Pero lo que más sobrecoge, y sobrecogerá a los que nos estudien, es nuestro empeño en conducirlo todo hacia la entropía, en conducirlo todo a la muerte, en conducirlo todo a la nada, y aún se no llena la boca cuando hablamos del género humano, de su gloriosa historia de sangre y tinieblas, de su gloriosa tendencia a valorar unicamente la imbecilidad y la miseria moral, y sobre todo en nuestra época.

Si al menos fuésemos capaces de soportar unos minutos de silencio total y de recogimiento, para mirarnos en profundidad, más allá de todas las formas de la idiotez y todas las formas de la avaricia...

Estamos convirtiendo en excremento el inmenso tesoro de la vida.

Jesús Ferrero, El estrato geológico de la estupidez generalizada, El Boomeran(g) 03/11/2016

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