"Som el nostre cervell. I punt" (Susana Martínez-Conde, fragments entrevista).

Susana Martínez-Conde, en un viaje a Madrid en la primavera de 2014 para hablar de los engaños de la mente
Susana Martínez-Conde
Profesora de oftalmología, neurología, fisiología y farmacología, si hay algo que define a Susana Martínez-Conde (La Coruña, 1969), es la curiosidad insaciable. Directora de Laboratorio de Neurociencia Integrativa de Nueva York, con su marido, el también ilustre neurocientífico Stephen L. Macknik (y la ayuda de la periodista Sandra Blakeslee), ha escrito uno de esos libros que, como quería Kafka, es «como un hacha capaz de romper el mar helado que hay dentro de nosotros». Ella, enamorada de la ciencia, y por lo tanto del rigor, no lo expresaría de esa forma. Pero "Los engaños de la mente. Cómo los trucos de magia desvelan el funcionamiento del cerebro" (Destino) es una mezcla dichosa de conocimiento y magia, neurociencia y pensameinto innovador a manos llenas. Tras varios intentos, celebramos la conversación a través del teléfono a mediados de julio. «Somos nuestro cerebro», dice con una mezcla de aplomo e inteligencia (a veces da la sensación de que a través del teléfono se escucha a su cerebro pensar), y añade: «Debemos asumir, para la vida cotidiana, la existencia de la realidad. Pero no es algo que podamos demostrar científicamente. Sería imposible probar que todo lo que somos y consideramos no es una simulación de ordenador».

La plasticitat del cervell En el cerebro existen periodos críticos, que son periodos determinados del crecimiento, cuando somos muy jóvenes, en los que nuestro cerebro es completamente plástico, y en ese tiempo podemos aprender varios idiomas, no sólo dos, sino tres o más, y los podemos hablar además completamente como nativos. Uno de los grandes descubrimientos de mi mentor, de David Hubel, en colaboración con Torsten Wiesel, fue reconocer que existen estos periodos críticos en el sistema visual. Esto quiere decir que si no recibimos experiencia visual durante nuestros primeros años de vida, aunque podamos ganar esta experiencia después, los circuitos neurales no van a estar establecidos de la misma manera, con lo cual nuestra experiencia visual va a ser más deficiente, al no tener esta primera práctica, vamos a decir. Antes de los descubrimientos de Hubel y Wiesel, por los que recibieron el premio Nobel, cuando los niños nacían con cataratas congénitas se esperaba a que tuvieran una cierta edad para operarlos. Pero basándose en estos descubrimientos se empezaron a operar estas cataratas inmediatamente, para que los niños recibieran esta experiencia visual lo antes posible, ya que después es muy difícil de recuperar, sino imposible. Con respecto al lenguaje, mi propia experiencia personal es la siguiente: yo, hoy por hoy, me considero bilingüe funcional. Es decir, puedo comunicarme con fluidez en español o en inglés. Cuando llegué a Boston, al principio me costó mucho comunicarme, pero al cabo de unos cinco o seis meses me di cuenta de que ya no necesitaba traducir del castellano al inglés antes de decir algo, sino que podía pensar directamente en inglés. Entonces tenía 27 años, pues incluso con esa edad se retiene un grado importante de plasticidad. En la actualidad sueño mayormente en inglés…

Lo que me solía pasar hacer años es que soñaba en inglés en Estados Unidos y si me iba de viaje a España las dos primeras noches soñaba en inglés y luego ya empezaba a soñar en español, y a la vuelta a Estados Unidos pasaba los mismo: las dos primeras noches soñaba en español y luego cambiaba al inglés. Ahora sueño en inglés la mayor parte del tiempo, esté en España o en Estados Unidos.

Puedo escribir en inglés al mismo nivel que un nativo. Ahora, el acento, el acento lo sigo teniendo español. No he retenido la plasticidad sufiente para expresarme oralmente como una nativa.

Neuromàgia La neuromagia es un término que acuñamos en el año 2008. La primera vez que lo utilizamos fue en un artículo de la revista «Scientific American» titulado Magic and the brain. Creo que se tradujo al español como Magia y cerebro. Y nos referíamos a este nuevo campo, la neuromagia, como la intersección entre las disciplinas de magia y neurociencia, que en principio nos podrían parecer tan dispares, pero que sin embargo tienen grandes puntos de interés en común. Y no solamente el solapamiento de intereses entre estas dos disciplinas, sino la relación simbiótica que puede establecerse: qué es lo que la magia puede aportar a la neurociencia, y viceversa. Cómo podemos entender cada uno de estos campos desde el punto de vista del otro.

Esto fue a raíz de organizar el Congreso de la Association for the Scientific Study of Consciousness (la Asociación para el Estudio Científico de la Consciencia), que Steve y yo co-organizamos en el año 2007. La idea fue celebrarlo en Las Vegas y que fuese algo especial, en el sentido de que queríamos que no fuera simplemente académico, que le importase sólo a los científicos asistentes, sino que tuviese una mayor proyección. Y dándole vueltas a ello, acerca de cómo expandir el congreso desde la ciencia a la sociedad, visitando Las Vegas nos dimos cuenta de que era la capital de la magia, cuando ves etos grandes carteles en los hoteles, de David Copperfield, y de Penn & Teller y todos los grandes magos… Así que decidimos que sería un congreso sobre las bases neurales de la consciencia, y ¿quién manipula la consciencia mejor que los magos, que pueden manejar y gestionar nuestra atención de una manera tan asombrosa? Entonces lo que decidimos para este congreso fue organizar como parte de él un simposio especial en el que invitamos a cinco magos, la mayoría de ellos de Las Vegas, a que viniesen, eligiesen cada uno de ellos un pequeño truco y planteasen a la comunidad científica por qué consideraban que esos trucos específicos funcionaban en la mente del espectador. La ideal inicial es que se quedase en este simposio, pero al final se convirtió en una colaboración que siguió hasta hoy y que han adoptado muchos otros laboratorios. En 2007 sorprendía que algún laboratorio neurocientífico pudiese estar estudiando las ilusiones que utilizan los magos. Hoy se ve como algo mucho más común.

En magia existe una subdisciplina, que es lo que los magos llaman Teoría de la magia. Un gran teórico de la magia lo tenemos en España, y es Juan Tamariz. Y hay otros, y los ha habido prácticamente desde el comienzo de la magia. Los magos, o debería decir una pequeña proporción de los magos, siempre se han preguntado por qué funciona la magia en la mente del espectador. Ellos tienen sus teorías, tienen sus hipótesis, que es lo que llaman la Teoría de la magia. El problema con las hipótesis de los magos es que no tienen acceso al método científico para validar o rechazar estas hipótesis. Entonces muchas teorías están ahí, enfrentadas, pero sin manera de resolverlas. Y siempre desde un punto de vista perceptual o cognitivo. Realmente los magos no se han preocupado, ni han tenido el acceso, a lo que es la neurociencia pura y dura. No se han preguntado cuáles son los circuitos neurales subyacentes a una u otra ilusión.

El cervell ens enganya El engaño y el autoengaño son condición humana, incluso son condición de muchos animales también, y en gran parte esto se debe a que no tenemos los recursos neurales suficientes para procesar toda la información que nos rodea. Y de hecho aunque los tuviéramos no sería lo ideal (procesar toda esta información), porque significaría un gasto excesivo de energía, de recursos metabólicos, aumentaría el tiempo de reacción frente a cosas imprevistas que pueden suponer una situación en muchos casos de vida o muerte. Nuestro cerebro ha evolucionado para reaccionar de manera rápida a situaciones en las que no tenemos necesariamente toda la información ni somos capaces de asimilarla. ¿Qué quiere eso decir? Que vamos a tener una serie de deficiencias en la percepción ya desde la entrada de la información sensorial que el cerebro va a rellenar utilizando una serie de recursos y de herramientas. Muchas de esas herramientas son parte integral de nuestro sistema nervioso. Entonces, ya empezando por el ojo, y el nervio óptico que mencionaba, la información que sale de cada ojo tiene un millón de fibras. Si pensamos en cada una de ellas como en un píxel, tenemos un millón de píxeles que realmente no es nada hoy por hoy en términos de resolución, si consideramos por ejemplo la cámara de un teléfono móvil. Y sin embargo la percepción que nosotros tenemos es mucho más nítida y detallada que lo que nos pueda dar la mejor cámara. Esto es porque el cerebro rellena toda una serie de huecos utilizando las mejores estimaciones de que disponemos, basándonos en el contexto, experiencias previas, memorias, expectativas incluso, y esto ya empieza desde el ojo. Tenemos más de dos docenas de áreas en el cerebro procesando información visual, pero este «engaño» (entre comillas) ya empieza en el propio ojo.

No digo que todas las ilusiones tenga un valor adaptativo, pero sí existen ilusiones muy útiles. Por ejemplo, lo que llamamos las ilusiones de la constancia del color y la constancia del brillo. Esto quiere decir quevamos a ver normalmente el mismo objeto con el mismo color tanto si estamos dentro de una habitación con luz artificial o como si estamos fuera en un día con mucho sol. Realmente esto físicamente no es así. Un ejemplo de un periódico: si cogemos la portada del ABC y la vemos dentro de casa con luz artificial vemos letras negras sobre un fondo blanco, lo mismo si lo llevamos fuera al parque. Pero la cantidad de fotones que se reflejan de las letras negras cuando estamos fuera a la luz del día es muchísimos órdenes de magnitud mayor que la cantidad de luz que se refleja del fondo blanco cuando estamos dentro de casa. Sin embargo, seguimos viendo las letras como negras dentro y fuera y el fondo como blanco porque para el cerebro no existen términos absolutos en cuestión de brillo, sino que todo se compara con el entorno que lo rodea.

La información llega al ojo a través de energía lumínica que nuestros fotoreceptores convierten o traducen en señales eléctricas, y a continuación estos impulsos electroquímicos van viajando por toda una serie de áreas cerebrales. Tenemos quizá más de la mitad de la corteza cerebral dedicada a procesar información visual, y de alguna manera se genera esta experiencia consciente que tenemos de la visión. Pero cómo esto ocurre de manera específica sigue siendo un misterio.

Las ilusiones que yo estudio son fundamentalmente visuales y cognitivas. Una ilusión óptica se refiere a las propiedades físicas de la luz, si por ejemplo un lápiz parece que se dobla al meterlo en un vaso de agua. Eso es porque el índice de refracción del agua y del aire son diferentes. Esta es una ilusión óptica. Pero si hablamos de que el mismo cuadrado de color gris nos parece blanco si está rodeado de negro, y nos parece negro si está rodeado de blanco esa es una ilusión visual que se debe a una comparación realizada por nuestro cerebro y que no tiene nada que ver con la realidad del mundo.

En general parece que los sentidos más complejos son los más susceptibles a la ilusión. Entonces vemos que por ejemplo en el sistema visual existen miles de ilusiones, mientras que en el sistema olfatorio existen bastante pocas, en comparación, quizá solamente un par de ellas.

El engaño en la modalidad visual es algo que evidentemente no se va a aplicar a los ciegos, pero este engaño y este autoengaño no es solamente algo que nos entra por la visión, sino que es una característica fundamental de cómo operamos en el mundo. Es decir, continuamente somos víctimas de ilusiones cognitivas, de ilusiones por falta atención (la atención no es solamente atención visual, sino que los ciegos pueden prestar atención en la modalidad auditiva, en la modalidad táctil), hay ilusiones de memoria, hay ilusiones de toma de decisiones, y tengo la práctica certeza de que deben afectar igual a los ciegos que a los que podemos ver.

El cerebro construye o simula la mayor parte de nuestra experiencia visual.

La función de rellenado que hace el cerebro no solamente se aplica a la percepción visual, sino de manera más genérica a nuestra memoria, a nuestra imaginación, a nuestros procesos cognitivos en general.


Consciència Pero cuando hablamos de consciencia, con ese, nos referimos a la experiencia consciente, lo que llaman los filósofos el qualia. Cuando estoy mirando aquí alrededor a los libros que tengo en mi estantería y veo que hay libros con portadas rojas, amarillas, verdes... Esta cualidad, o qualia, esta percepción, es lo que llamamos consciencia, la experiencia consciente.Quizá podríamos llamarlo percepción, más que consciencia, para clarificar. Mientras que cuando hablamos de conciencia, sin ese, nos estamos refiriendo a una cuestión moral. Yo diría por ejemplo que está muy claro que un perro, un gato o un ratón tienen consciencia, tienen experiencia consciente. Si tienen conciencia ya es algo más dudoso.

Moviments sacàdics El movimiento constante de los ojos no nos molesta, y de hecho la mayoría de las veces ni siquiera lo notamos. Nuestros ojos se mueven, producen lo que llamamos movimientos sacádicos, que son saltos del ojo de un punto de interés a otro, unas 200.000 veces al día, mientras estamos despiertos. Y no nos solemos percatar de la mayoría de estos movimientos, porque nuestro cerebro suprime la percepción cuando nuestros ojos están volando de un lugar a otro. Si miramos de izquierda a derecha moviendo los ojos como si estuviéramos en un partido de tenis la imagen se mantiene estable, pero sin embargo si miramos hacia delante y damos unos toquecitos en el párpado, con el dedo, enseguida la imagen se mueve. El movimiento del ojo es equivalente en ambas situaciones. Lo que eso quiere decir es que el cerebro está suprimiendo la percepción mientras los ojos se mueven. Esa es la razón por la que no podemos ver los ojos nunca moviéndose cuando nos miramos al espejo.

La creativitat del cervell i la realitat extramental El cerebro crea una simulación de realidad

El cerebro crea una simulación de la realidad, que puede corresponderse en mayor o menor medida con el mundo real. La correspondencia nunca va a ser exacta, pero esta realidad simulada, este mundo simulado que crea el cerebro, es algo que diferentes personas creamos de manera equiparable. Existen diferencias individuales en percepción, pero en gran medida todos llevamos a cabo procesos similares, y eso es por lo que puedes ir a un espectáculo de magia y hay un público de varios cientos de personas y todos perciben la ilusión de manera equivalente, no hay que hacer la magia de manera individualizada.

Lo que se pone en marcha en el cerebro para crear una simulación de la realidad es un problema muy interesante al que, como a la mayoría de los problemas interesantes en neurociencia, no tenemos respuesta. Es lo que se llama en inglés el «binding problem», se puede traducir como el problema de la agrupación. Según estudiamos los diferentes sistemas sensoriales, vemos que la energía lumínica, los fotones, llegan a los foto-receptores del ojo; tenemos celulas receptoras táctiles en la piel; tenemos diferentes receptores sensoriales en los diferentes sentidos, y cada uno de estos tipos de información, sea olfatoria, auditiva, visual... va llegando por esas diferentes vías. Pero en un momento dado, en el cerebro, todas estas vías se integran. Si vemos un perro ladrando no estamos viendo el perro por un lado y el sonido del ladrido por otro lado, sino que está todo perfectamente integrado. Todas estas vías simultáneas de procesamiento de información llegan a compaginarse completamente en el cerebro para que tengamos una perecepción unificada. Es un gran problema.

Objetivamente conseguimos captar muy poco de la realidad, una ínfima parte. Luego lo que nuestro cerebro simula puede corresponderse bastante bien con dicha realidad, pero gran parte de lo que simulamos es un constructo, basándose inicialmente en muy poca información objetiva.

Tenemos una limitación neural importante, pero existiendo esta limitación yo creo que las ilusiones, y el engaño, y el autoengaño, van más allá de suplir este defecto y de remediarlo de la mejor manera posible, ya que nos proporcionan un manera de ir más allá. Pongamos por caso el ejemplo de la atención. La atención da lugar a numerosas ilusiones. Prestamos atención a algo muy concreto, muy pequeño, suprimimos el resto y la mayor parte de la realidad desaparece de nuestra consciencia cuando estamos atendiendo a algo. Imaginémonos qué es lo que ocurriría sin atención. Muchas personas dicen: a mí me gustaría hacer muchas cosas a la vez, ¿qué puedo hacer para mejorar mi atención y poder estar prestando atención a tres cosas diferentes? Eso no sería una mejora de la atención. Cuando estamos atendiendo a más de una cosa no lo podemos hacer tan bien. La sociedad, la tecnología y el arte que tenemos son el producto de muchas personas a lo largo de muchas generaciones que se han centrado y han prestado atención ignorando todo el resto durante periodos importantes de tiempo.

La vida es sueño y La caverna, de Platón, por no hablar de la película Matrix, más recientemente, que es básicamente la misma historia. Debemos asumir, para la vida cotidiana, la existencia de la realidad. Pero no es algo que podamos demostrar científicamente. Sería imposible probar que todo lo que somos y consideramos no es una simulación de ordenador. Podríamos ser quizás personajes en un juego de ordenador, o en una novela. Pero eso es una cuestión más filosófica que científica. Yo creo que para llevar a cabo investigación debemos considerar ciertas asunciones básicas, y la existencia de la realidad es una de ellas. 

Existe una realidad al margen del cerebro. Antes de que hubiera evolucionado el cerebro existía una realidad en nuestro planeta y en el universo, y el cerebro es un invento algo tardío. Pero esta realidad objetiva en último término no nos concierne tanto como la realidad que nuestro cerebro crea, que es la única realidad con la que podemos interactuar.

Para representar toda la realidad necesitaríamos un cerebro enorme, más grande que un edificio, pero no creo que fuera interesante un cerebro capaz de representar la realidad tal como es, porque sería una gran pérdida de tiempo y de recursos.

Llenguatge i coneixement Lo que apuntaría es que una vez que interviene el lenguaje, la experiencia cognitiva (o el pensar, si se quiere decir así) se transforma. Hay científicos que consideran que es por la irrupción del lenguaje y cómo transforma nuestros procesos cognitivos que todos padecemos de esta amnesia generalizada de los primeros años de la vida. No podemos recordar lo que nos ocurrió al año, a los dos años e incluso a los tres años. Nuestras primeras memorias suelen empezar a los tres o cuatro años y son escasas. Y la hipótesis es que las memorias que preceden al lenguaje se pierden al establecerse el lenguaje como el vehículo del pensamiento y del recuerdo.

L'atenció Podemos prestar atención... Estoy dudando a la hora de responder por el uso de lo que es prestar atención. Prestar atención parece que indica focalizar la atención de manera voluntaria, y hay dos maneras en las que podemos atender a algo: una es porque prestamos atención a propósito, decidimos: voy a concentrarme en esto. Es lo que en inglés se denomina «top down», desde arriba hacia abajo. Pero también existe la captura atencional «bottom up», de abajo hacia arriba. Si ahora mismo estoy hablando con usted no me estoy concentrando en nada más de lo que pasa a mi alrededor, pero si de repente se abre de golpe la puerta de mi despacho voy a dirigir mi atención de manera automática hacia esa interrupción. Mi atención se captura de manera refleja. Bien se capture de manera refleja, o bien dirijas la atención de manera voluntaria, lo que se hace al prestar atención es suprimir todo un resto de información que no es pertinente respecto a lo que te estás concentrando, para poder procesar de manera más eficiente aquello a lo que le estás prestando atención en ese momento. Por eso cuando estamos simplemente pasando los ojos por una escena sin prestar atención, esa es información que no se está procesando, porque estamos atendiendo a algo diferente. Siempre estamos prestando atención a algo, bien a lo que está ocurriendo fuera, o a lo que está ocurriendo dentro. Estamos recordando, o estamos imaginando, o haciendo cualquier cosa en nuestro mundo interior. El prestar atención quiere decir que estás suprimiendo aquello que no es relevante. Si por ejemplo estoy sentada en mi despacho, enfrente del ordenador, pero en lugar de concentrarme en el trabajo estoy pensando en donde voy a ir de vacaciones este verano, la información visual sigue entrando por mis ojos, pero no se va a procesar porque mi atención, que está dirigida internamente, está suprimiendo todo aquello que no es relevante. En este caso la información visual que me está rodeando en el mundo externo.

Los errores de continuidad en las películas son el resultado de una ilusión de atención que llamamos ceguera al cambio. Ha habido un cambio, que puede ser un cambio obvio, de una toma a otra, pero o no lo notamos, porque no es un cambio increíblemente relevante para la acción de la película. Nos estamos concentrando en lo que nos interesa, el diálogo, los actores, y no nos importa demasiado si hay un sofá que antes era verde y ahora es rojo. ¿Puede considerarse un error de percepción? No, no hemos notado que ha habido un cambio, pero volvemos al tema de qué es la atención y qué significa para nosotros. Ese cambio que no hemos notado no es relevante para la tarea que nos concierne. Más que un fallo en percepción podría considerarse una economía de recursos.

La ceguera al cambio es el fallo en notar que ha habido un cambio de un momento a otro, estás comparando el antes con el después. En la ceguera por desatención no comparas antes y después, sino que ocurre algo: estás viendo una escena, sea en televisión o en el mundo real, y ocurre algo que en principio pensarías que es llamativo y debería captar tu atención, pero no lo percibes porque te estás centrando en otra cosa.

Cuando nuestro cerebro se concentra en una cosa los mismos circuitos que facilitan el prestar atención a algo suprimen todo lo demás. Entonces cuando estamos concentrándonos en dos o más cosas a la vez quiere decir que no estamos ejercitando nuestras completas facultades atencionales en ninguna de estas tareas, por lo que vamos a tener interferencias y un foco atencional mucho más difuso, mucho menos capaz.

L'evolució del cervell El cerebro no evoluciona ni en una generación ni en dos. El cerebro que tenemos hoy por hoy ha evolucionado a lo largo de eones. Lo que son las redes sociales y las diferentes tecnologías de la comunicación que estamos aprendiendo a utilizar no existían antes, y van a tener evidentemente una repercusión social. La han tenido y la están teniendo. Pero lo mismo podría decirse al inventarse la televisión o al inventarse el teléfono, y previamente el telégrafo... Fueron tecnologías que expandieron y cambiaron la forma de comunicarse, pero esta preocupación no es nueva. Es un poco de fobia a la tecnología. En un congreso en el que estuve hace unos meses se dijo que esta aversión a la tecnología y a nuevas formas de comunicación es algo que se remonta incluso al Quijote. Al aparecer la imprenta y existir la posibilidad de tener libros a disposición del público, el Quijote se volvió loco por tener tanto acceso a los libros y leer tanto. Se cambió su cerebro. Es decir, que esto ya viene de muy atrás. Creo que el pánico actual es prematuro. De lo que tenemos que darnos cuenta es de que aunque estas tecnologías sean nuevas lo que estamos haciendo y hemos hecho siempre a lo largo de la historia es inventar tecnologías que se ajustan a nuestro cerebro, y no al revés. Si cogiéramos hoy a un niño que vivía en las cuevas de Altamira, a un bebé, y lo trasplantamos a nuestro tiempo, ese niño no tendría ningún problema para estar en internet, y usar las redes sociales y demás. Sigue siendo básicamente el mismo cerebro. Estamos adaptando la tecnología a las capacidades de nuestro cerebro. Si la tecnología va más allá de lo que nuestro cerebro nos permite, esa tecnología no vende. No existiría mercado porque la gente no sería capaz de utilizarla.

El tamaño del cerebro humano a lo largo de la evolución sí se expandió, pero no creo que tengamos evidencia de que se siga expandiendo y en realidad pienso que no existe suficiente presión evolutiva necesaria para que el cerebro se expanda más. El cerebro se expandió hasta que pudo, y luego dejo de expandirse. Hay limitaciones. Por ejemplo, la cabeza de un bebé no puede seguir creciendo indefinidamente dadas las dificultades de dar a luz. Existe tambien la limitacion de los recursos metabólicos necesarios para formar el cerebro del bebé durante el embarazo.El cerebro adulto es solamente un dos por ciento del peso del cuerpo, pero sin embargo consume un veinte por ciento de la energía total, mucho más que cualquier otro órgano. El cuerpo de la madre debe sostener dos cerebros durante el embarazo, el suyo y el del bebé. Aunque el cerebro del bebé es pequeño inicialmente, alcanzado un cierto tamaño la capacidad metabólica de la madre es insuficiente para sostener los dos cerebros. En el futuro, la necesidad hipotética que podría existir de expandir el cerebro, creo que se va a suplir por la expansión que ya tenemos ahora con libros, ordenadores, y bibliotecas. Tenemos acceso a toda esta información, que hace relativamente pocas generaciones era información que solamente podía transmitirse a través de la tradición oral. Tenía que conservarse todo este contenido en el cerebro de una persona. Hoy por hoy no necesitamos conservar tanta información en el cerebro, porque tenemos toda esta serie de recursos periféricos a nuestro alcance, y si hablamos en un futuro más de ciencia ficción yo diría que la evolución llegará a partir de prótesis neurales que podrían incluso amplificar todavía más la capacidad de contener información y de procesarla sin afectar propiamente a lo que es la biología de nuestro cerebro.

La veritat científica  La búsqueda de la verdad es un objetivo noble, pero quizás irrealizable, especialmente porque las verdades varían desde la perspectiva subjetiva, que ninguno de nosotros podemos evitar. De hecho, desde el punto de vista de la investigación cuando los científicos empieza a formarse todos aprendemos que el método científico nunca verifica una hipótesis, la valida o la rechaza. Es decir, el método científico se basa en el rechazo de la falsedad, nunca en la determinación de la verdad. Cuando yo formulo una hipótesis en el laboratorio y los datos la apoyan decimos que esta hipótesis es válida, es decir, es verdadera de momento, hasta que encontremos datos que nos hagan rechazarla. Yo creo que esa es una buena manera de ver el mundo, no solamente dentro del laboratorio, sino también en el periodismo y en otros ámbitos: podemos determinar lo que es mentira, pero el objetivizar lo que es verdad es algo mucho más complicado.

El jo Los conceptos del yo y del superyó no son generales de la psicología actual, sino freudianos. Es una terminología un poco en desuso, e incluso la teoría que los sustenta no está generalmente aceptada desde una perspectiva neurocientífica contemporánea. Ahora, con respecto al yo, yo diría que el yo es en gran medida una ilusión, y especialmente la continuidad del yo. Si pensamos en las personas que nosotros éramos hace diez, veinte años, o más, cuando éramos niños, de tres, cuatro años, nuestras primeras memorias, esa persona que nosotros éramos entonces ¿es la misma persona que nosotros somos ahora? Yo diría que no. Yo diría que es una persona completamente distinta, que es un yo completamente distinto, o por lo menos en su grandísima mayoría distinto. Pero como tenemos estos recuerdos existe una ilusión de continuidad del yo. Pero yo diría que esto es fundamentalmente ilusión y que desarrollamos una multiplicidad de yos a lo largo de nuestra vida, y nacen unos y mueren otros, y la ilusión de continuidad es que tenemos estas memorias biográficas que nos hacen pensar que somos la misma persona a lo largo de la vida cuando somos muchas diferentes.

Nos desconocemos mucho, y el problema de conocerse a uno mismo es que es una experiencia fundamentalmente introspectiva, y las historias que nos contamos a nosotros mismos sobre como somos pueden estar bastante alejadas de la realidad.

Creo que quizás es más fácil conocer a la persona que hemos sido que a la persona que estamos siendo. Porque quizás ahí seamos menos sujeto de las ilusiones que nos estamos contando en el día a día sobre nuestra experiencia, y podamos mirar el pasado y decir: esto que hice yo cuando tenía 15 años era una completa tontería, y entonces no me di cuenta pero ahora sí, ahora veo las circunstancias que me influenciaron y en ese momento estaba demasiado cerca para verlo. Una visión retrospectiva puede ser más verídica, entre comillas. Pero el problema es la falta de memoria, y además que las memorias nunca son certeras, y cada vez que recordamos una memoria lo que hacemos es cambiarla, antes de volver a almacenarla. Aunque me da la impresión de que es más fácil conocer a la persona que hemos sido que a la que somos en este momento, este conocimiento completo es inalcanzable, por toda la serie de ilusiones que experimentamos en percepción y en memoria.

Somos nuestro cerebro. Punto.

La psicoanàlisi Los trabajos de Freud no son algo que yo estudiara formalmente ni en la época de la carrera ni después, aunque con 15 años, en la época del instituto, sí me atrajo el psicoanálisis, y por mi cuenta leí La interpretación de los sueños y varios otros textos. No lo había pensado nunca, pero tal vez esto me llevó en su momento a la idea de querer dedicarme a la psicología clínica, no lo sé. Pero habiendo entrado en materia, y sabiendo más sobre el cerebro y neurociencia y psicología experimental, el psicoanálisis es una disciplina, es un campo, que no está sujeto a la validación científica. Es invalidable. Yo creo que Freud y sus teorías pueden servir más como inspiración, y es cierto que tuvo un momento histórico importante, y gran parte de lo que es la sociedad y cultura contemporáneas tienen sus raíces en Freud, no solo a nivel de investigación sino también de sociedad. Pero es una terapia, o una interpretación de la realidad que se ha quedado allí, en el siglo XIX.

La creativitat No había escuchado que los escritores teman perder su creatividad por tratar con un psicoanalista, pero diría que ese miedo del escritor, si es que existe, no tiene fundamento. Especialmente porque lo que le contemos al psicoanalista o lo que nos contemos a nosotros mismos seguramente será bastante diferente, sino radicalmente opuesto, al menos en ciertos aspectos, de lo que es la realidad. Muchos escritores, cuando se les pregunta de dónde salen sus ideas o cómo se les ocurre un personaje u otro, no saben decir de dónde provienen. El proceso creativo es algo a lo que no tenemos gran acceso consciente. El escritor no debe preocuparse. Y por otra parte yo no creo que la ciencia en general presente una amenaza para la creatividad en el arte, sino más bien al contrario. Yo creo que la ciencia proporciona al arte una manera de integrar aspectos humanos a los que a lo mejor el artista antes no tenía acceso. Vemos por ejemplo en el Renacimiento que existieron grandes artistas que eran al mismo tiempo grandes científicos e inventores, y estoy pensando en la figura de Leonardo da Vinci, y otros como él, y ya existía este concepto de que el arte y la ciencia estaban integrados en el mismo individuo y nadie diría que Leonardo es peor artista por ser científico, sino al contrario. Su experiencia con el cuerpo humano como anatomista le ayudaba a profundizar en su arte, y creo que muy probablemente tambien a la inversa.

Alfonso Armada, entrevista a Susana Martínez-Conde: "Sería imposible probar que todo lo que somos no es una simulación de ordenador", ABC 31/07/2015

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