El problema de la pobresa com a component de la verdadera vida en la filosofia Antiga (Michel Foucault).
Sèneca |
El tema de que la verdadera vida debe ser una vida de
pobreza tiene una extensión cultural muy grande, se lo conocen en muchas otras
civilizaciones, muchas otras filosofías y, por supuesto, en una cantidad enorme
de religiones. También.s es indudable de que en Grecia se encuentra
tempranamente –Sócrates sería un
ejemplo- la idea de que la verdadera vida, la vida filosófica, no puede ser una
vida de riquezas, una vida atada a las riquezas. No por ello deja de ser cierto
que el problema de la pobreza planteó, en la ética, la filosofía y la práctica
filosófica grecorromanas, una serie de dificultades, en razón de que la cultura
grecorromana no dejó de jugar con cierta oposición, socialmente reconocida,
convalidada y estructurante: la oposición entre los primeros, los mejores, los
más poderosos, quienes disfrutan de educación y poder, y el resto, la multitud,
quienes carecen de cualquier tipo de poder, de formación, y tampoco tienen
fortuna. Esta oposición entre los primeros y los otros, entre los mejores y la
multitud, no cesó de organizar las sociedades antiguas, griegas y romanas, y no
dejó tampoco de modelar, sólo hasta cierto punto pero, con todo, de manera
bastante perceptible, el pensamiento moral y filosófico de la Antigüedad. Aun
en ella, y aun en quienes, como Séneca,
por ejemplo, dicen que no hay diferencia entre el alma de un esclavo y la de un
caballero o un senador, la oposición entre los mejores y los otros, los
primeros y la multitud, mantiene su validez. Y Séneca no deja de señalar sin descanso que, por su propia actitud,
le interesa decididamente contarse entre los primeros, entre los mejores, en
oposición a la multitud, en la cual también podremos encontrar, por otra parte,
gente rica y poderosa. Pero la oposición: los primeros y los mejores/los otros
y la multitud es estructurante en esas sociedades y esa forma de pensamiento.
Por consiguiente, el problema de la pobreza como
componente de la verdadera vida no fue un problema simple en la sociedad, la
cultura y el pensamiento antiguos; fue, sin duda, mucho menos simple que en el
cristianismo medieval. Y sin duda a causa de esa incertidumbre, de la
dificultad de conciliar el principio de que la verdadera vida no puede ser una
vida de riquezas, pero al mismo tiempo es la vida de los mejores, encontramos
con respecto a la pobreza una postura un poco ambivalente, ambigua; en todo
caso, vemos que se privilegia la idea de que lo importante no es tanto tener o
no tener dinero, es tener una posición y una actitud con respecto al dinero,
con respecto a la fortuna, que permitan no dejarse absorber por la atención de
esa fortuna, no preocuparse ante la posibilidad de perderla y no dejarse
atormentar en caso de perderla concretamente. En la verdadera vida de la que
hablan los filósofos se trata mucho más de determinada actitud con respecto a
la fortuna y el infortunio y al cambio de una en otro. En esa verdadera vida,
la cuestión pasa sobre todo por esto. Y una vez más, Séneca, ladrón y riquísimo, elaboró extensamente la idea de que
la verdadera vida es una vida de desapego virtual en lo concerniente a la
riqueza.
En cambio, y frente a ello, la pobreza cínica es, desde
luego, una pobreza concreta, material, física. Es real, es activa, es
indefinida. (269-270)
Clase del 14 de
marzo de 1984. Segunda hora.
Michel Foucault, El coraje de la verdad, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires
2010
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