L'acceleració del temps.



El mundo empezó a tener la sensación de que todo iba más deprisa con la Revolución Francesa, en 1789, porque la historia ya podía hacerse, quedaba en manos de la gente. En 1820 los médicos franceses ya diagnosticaban la nostalgia como una enfermedad, la primera asociada al tiempo. Luego es la revolución industrial la que exprime el uso del tiempo en sentido económico. El taylorismo, la organización científica de las fábricas, se especializa en buscar, desenterrar y anular reservas ocultas de tiempo libre. El tiempo empezó a ser dinero, lo dijo ya en el siglo XVIII. Hoy esta coacción ya se la hace uno solito con hojas Excel, organizándose el tiempo por franjas de media hora. Luego Amazon te entrega el paquete hoy mismo. Kindle te dice cuánto tiempo tardarás en leer un libro. Un reloj mide tus pulsaciones cardíacas. Por no hablar de lo que duran algunos entrenadores. El sociólogo alemán Hartmut Rosa habla de “inmovilidad frenética” y diagnostica de forma apocalíptica que nos hallamos en un colapso entre la expansión tecnológica y la creciente sensación de que nunca conseguiremos los objetivos que nos planteamos.

Iñigo Domínguez, El tiempo se nos va de las manos, El País 07/05/2017

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