Els mecanismes de vigilància epistèmica.




La visión imperante de que somos unos crédulos fácilmente influenciables asume estos presupuestos, o tiene estas tres características:


1- La credulidad está muy extendida, la gente acepta fácilmente mensajes que no tienen fundamento


2- La credulidad se aplica a creencias costosas, es decir, ideas o conductas que tienen un gran coste para el sujeto, como comprar productos caros, actos de rebelión, rituales costosos, etc. No es lo mismo que nos cuenten que hay un planeta más en el sistema solar que no conocíamos y que no sea cierto a cambiar de creencias políticas o religiosas. 


3- La credulidad, la aceptación de la ideología que se difunde, se debe a la acción de la fuente que la emite. Es decir, la causa de que cambiemos de creencias son las figuras de autoridad, los líderes religiosos, los medios de comunicación, los demagogos, los programas de TV, las celebridades, etc. 


Esta visión y estos presupuestos teóricos son los que combate Mercier. Y empieza por sugerir que debemos dudar de esta visión a poco que apliquemos la lente evolucionista a la misma. Desde un punto evolucionista, que fuéramos tan crédulos e influenciables no tiene lógica. La comunicación entre dos sujetos solo puede ser evolucionistamente estable si beneficia al emisor y al receptor. Si los emisores no se benefician dejarían de emitir y si los receptores no se benefician dejarían de recibir. La credulidad implica costes graves para el receptor, porque acepta una información errónea o engañosa contraria a sus intereses. En la medida en que la comunicación es adaptativa, los humanos no deberían ser crédulos por defecto. Al contrario, deberían discriminar hábilmente entre información perjudicial e información beneficiosa. Los mecanismos que realizan esta función de filtrado de la información para que no nos engañen se han llamado mecanismos de vigilancia epistémica. Y que seamos unos crédulos no es, de entrada, una cualidad de un buen sistema de vigilancia epistémica.

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